By Archbishop Thomas Wenski - The Archdiocese of Miami
El Arzobispo Thomas Wenski predicó esta homilía en el seminario de St. Vincent de Paul, en Boynton Beach, el sábado de la primera semana de Cuaresma, 24 de febrero 2024.
Amen a sus enemigos, les dice Jesús a sus discípulos. "Enemigos" aquí significa aquellos que odian a los discípulos y no aquellos a quienes los discípulos odian. Los discípulos no deben odiar a nadie.
Aunque no debemos odiar a nadie, no podemos evitar tener enemigos. No podemos controlar cómo nos consideran los demás ni cómo nos tratan, pero sí podemos controlar nuestra actitud hacia ellos.
Y así, en esencia, Jesús nos está pidiendo que no devolvamos odio por odio ni hostilidad por hostilidad. Nadie debe ser excluido de nuestro amor, sin importar lo que haya hecho o hará.
La mentalidad de ojo por ojo, aunque pueda parecer que promueve un sentido de justicia, al final dejará a todos ciegos. Durante la Cuaresma, recordamos que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos sus enemigos. Jesús nos amó de todos modos – incluso hasta morir en la cruz. Le pedimos a Dios que no nos trate con la justicia que merecemos, sino que nos muestre su misericordia.
Como dijo San Pablo a los Filipenses, “Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús” (Filipenses 2: 5).
La Cuaresma es como un retiro prolongado que nos prepara para la renovación de nuestras promesas bautismales el Domingo de Pascua. Para participar plenamente en la alegría de la nueva vida de la Pascua, debemos mostrar misericordia a aquellos que nos odian, así como Jesús mostró misericordia a nosotros. La esperanza de la Pascua se abre para nosotros cuando podemos decir con Jesús: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.
