By Ana Rodriguez Soto - The Archdiocese of Miami
ANÁLISIS
MIAMI | Es una contienda entre la propaganda y los hechos, entre la postura política y el razonamiento legal, entre la Iglesia y el Estado, y en el medio se encuentran los niños en situaciones de riesgo.
Cuando el Gobernador de La Florida, Ron DeSantis, habla de los menores sin acompañamiento, menciona los vuelos "clandestinos" durante horas de la madrugada, y alude a la "operación masiva de contrabando humano" de la administración Biden.
Alega que quiere cerrar los albergues religiosos que atienden a estos menores sin acompañamiento porque "quiero que nuestros recursos se dediquen a las necesidades de los niños de La Florida y a las necesidades que tenemos en nuestras comunidades".
Por eso, en diciembre, emitió la Orden Ejecutiva 21-223, en la que se instruye al Departamento de Niños y Familias para que no renueve las licencias de "ningún hogar de acogida familiar, agencia residencial de cuidado de niños o agencia de colocación de niños que solicite alojar en La Florida a niños extranjeros sin acompañamiento".
Además de la orden ejecutiva, el gobernador respalda los proyectos de ley SB1808 y HB1355, que avanzan en la legislatura de La Florida y con los que también se prohibiría a los "transportistas comunes", como las aerolíneas, obtener contratos estatales si se descubre que "transportan al Estado a un extranjero sin autorización".
Desde el punto de vista político, la retórica del gobernador pudiera resultar acertada. Pero en una entrevista concedida a National Public Radio (NPR) el pasado 7 de febrero, el Arzobispo Thomas Wenski la calificó de inútil y "no del todo veraz". En enero, escribió una columna para los periódicos de la arquidiócesis titulada "¿Por qué el gobernador persigue a los niños?"
El arzobispo dijo que la respuesta es porque DeSantis, al emular al gobernador de Texas, quiere demostrar que la política de inmigración de la administración Biden no funciona. "Y yo no tendría por qué discutirlo", aclaró el prelado. "Pero al mismo tiempo, no progresamos si culpamos a las víctimas de una política inservible. Nuestra política de inmigración lleva sin funcionar durante varias administraciones. Y, por desgracia, estos niños son víctimas de la misma".
Por eso, separemos los hechos de la propaganda.
El gobierno federal lleva décadas enviando a menores sin acompañamiento a albergues como el de Msgr. Bryan O. Walsh Children’s Village, de la Arquidiócesis de Miami. En la actualidad, hay 16 de estos albergues en La Florida, todos ellos administrados por organizaciones religiosas, y un total de 180 en todo el país.
Children's Village, administrado por Caridades Católicas y antes conocido como Boystown, es el albergue más antiguo del Estado y probablemente del país, ya que se remonta al éxodo de Pedro Pan de menores sin acompañamiento desde Cuba entre 1960 y 1962. Es el único centro católico para menores sin acompañamiento en La Florida, con capacidad para albergar hasta 81 niños menores de 18 años que llegan a los Estados Unidos sin uno de sus padres. Pero en la actualidad sólo alberga a 50 debido a las restricciones de seguridad a causa del COVID, informó Peter Routsis-Arroyo, director general de Caridades Católicas.
La labor de estos albergues no es, como implica la retórica del gobernador, un emprendimiento subrepticio que su oficina acaba de descubrir. La administración Obama envió a menores sin acompañamiento a albergues de La Florida y otros Estados. También lo hizo la administración Trump que, al enfrentar una gran afluencia de menores sin acompañamiento, le comunicó a Caridades Católicas y a otros que "necesitamos expandir el programa", dijo Routsis-Arroyo durante una grabación del podcast arquidiocesano, "Cuéntame Católico".
De hecho, cuando en 2018 la administración Trump comenzó a separar a los niños de sus padres en la frontera, muchos de los niños entregados a Caridades Católicas eran más jóvenes de lo habitual, dijo Routsis-Arroyo. "Teníamos bebés".
Y los menores acogidos en Children's Village no solo proceden de Centroamérica. El centro acoge con regularidad a niños de Cuba, África y Oriente Medio. A menudo, los niños son enviados allí porque necesitan una atención especial que sólo puede proporcionar el personal profesional y experimentado de Caridades Católicas.
LA LEY DEL PAÍS
¿Por qué se permite la entrada en el país de niños migrantes sin acompañamiento?
Es la ley, específicamente, la Ley William Wilberforce para la Reautorización de la Protección de Víctimas de la Trata de Personas, firmada por el presidente George Bush en 2008. La ley exige al gobierno federal que garantice la "ubicación segura" de los menores que cruzan la frontera sin un padre o tutor. Una vez procesados por las autoridades de inmigración, son transferidos a la custodia del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, concretamente a su Oficina para el Reasentamiento de Refugiados (ORR). La ORR contrata entonces a instalaciones como Children's Village, de Caridades Católicas, para alojar, alimentar, vestir, educar y cuidar a esos niños, al tiempo que trabaja para entregarlos a familiares que ya residen en los EE.UU.
"Es la ley del país", escribió Matthew Soerens, director en los EE.UU. de Movilización y Defensa de la Iglesia para la organización World Relief, en un artículo publicado el 28 de enero en Christianity Today, titulado: "Gobernador DeSantis, permita que mi apostolado sirva a los niños migrantes".
"El gobierno federal no hace nada ilegal o nefasto al cumplir con sus mandatos", escribió Soerens.
En efecto, los albergues para niños migrantes a los que el Gobernador DeSantis acusa de instigar el "contrabando de personas" son los lugares específicamente encargados, por la ley federal, de mantener a esos niños a salvo. ¿Y de quién depende la ORR para supervisar esas instalaciones? Del Estado de La Florida.
"Nuestra licencia se expide una vez al año y se renueva a través del Departamento de Niños y Familias", informó Routsis-Arroyo. "En el transcurso del año nos supervisan para asegurarse de que cumplimos con las normas de las mejores prácticas. Es decir, el programa es supervisado al máximo tanto por los federales como a través de la acreditación con el Estado".
La licencia de Children's Village de Caridades Católicas debe renovarse en marzo.
¿QUIÉN PAGA?
Luego está el asunto del dinero. Como escribió Soerens, el gobernador "sabe muy bien que el programa de migrantes sin acompañamiento se paga en su totalidad con fondos federales (no estatales) y, por tanto, no se desvía del cuidado de los niños que necesitan acogida a nivel local".
De hecho, dijo Routsis-Arroyo, en los tiempos de Pedro Pan, la Iglesia Católica empezó a realizar esta labor sin recibir fondos federales. "En aquel momento, acogimos a más de 14,000 niños menores cubanos sin acompañamiento. Cuando lo hicimos, no había ningún programa federal. No recibíamos fondos federales del gobierno. Lo hicimos porque era parte de lo que somos como Iglesia Católica. Y sin duda forma parte de la misión de Caridades Católicas".
Esto plantea dos asuntos: la primacía de la ley federal en materia de inmigración, y la cuestión de la libertad religiosa.
La retórica del gobernador parece implicar que el cierre de los albergues para menores sin acompañamiento en La Florida hará mella, o incluso pondrá fin, al cruce de niños a través de la frontera.
"Eso sería como decir que un albergue para personas sin hogar fomenta el estar sin vivienda porque se le intenta dar un catre y una comida a una persona sin hogar", comentó el Arzobispo Wenski a NPR. "No es un argumento lógico de su parte".
Routsis-Arroyo lo expuso de esta forma. "¿Cuál es la mejor manera de tratar con la inmigración en nuestro país? No comiencen con los niños. No comiencen con los niños, niños vulnerables que cruzan la frontera, que viven en condiciones espantosas, sin tener un programa que les ofrezca un refugio seguro".
PADRES DESESPERADOS
Tanto Routsis-Arroyo como el arzobispo señalaron que los niños que llegan en la actualidad son enviados por padres tan desesperados como los que enviaron a sus hijos a través del programa de Pedro Pan.
"Muchos de ellos huyen de la violencia de las pandillas. Muchos de ellos huyen de países que tienen dictaduras, tienen regímenes socialistas que rayan en el comunismo. Muchas (niñas)... sufren agresiones sexuales", indicó Routsis-Arroyo. "Están huyendo. Son los padres (quienes) lo hacen porque aman a sus hijos. Y no hay amor más fuerte que tener que dejar ir a tu hijo porque las condiciones de tu país lo vuelven tan peligroso que no tienes claro su futuro".
Otra muestra de la realidad: La mayoría de los niños que cruzan la frontera viene para reunirse con sus padres o parientes cercanos que ya viven en los EE.UU. Esa tarea le corresponde a Caridades Católicas, los consejeros y los trabajadores sociales que trabajan en los albergues. Escuchan las historias de los niños y se aseguran de que las personas que se presentan para reclamarlos —los patrocinadores, en palabras del gobierno— "son capaces de velar por el bienestar físico y mental del niño, y no han realizado ninguna actividad que indique un riesgo potencial para el niño". Todos los patrocinadores deben pasar una comprobación de antecedentes", indica la guía de la ORR, y "deben comprometerse a garantizar la presencia del niño en todos los procedimientos futuros de inmigración".
El proceso de asignar a los niños con los patrocinadores, o padres de acogida en algunos casos, dura entre 20 días y dos meses, informó Routsis-Arroyo. Ese es el tiempo que los niños suelen permanecer en el albergue.
"Hicimos un estudio y en los últimos tres años, el 85% de los niños que han pasado por nuestras puertas, se ha reunido con sus familiares", declaró. "Es un gran porcentaje y eso demuestra que, aunque nos guste o no, ya tienen familiares aquí. No pueden cerrar la frontera y decir que no van a entrar. Encontrarán la manera de entrar, y tenemos que mantenerlos a salvo, cuidarlos y reunirlos con su familia, como lo establece la ley federal".
Pero DeSantis también ha hablado de enviar a estos niños a Delaware, el Estado natal de Biden; a cualquier lugar menos a La Florida. Los registros de la ORR muestran que más de 11,000 niños fueron reasentados en La Florida entre octubre de 2020 y septiembre de 2021. Para el mismo período de tiempo en 2017-2018, fueron más de 7,000; en 2014-2015, casi 3,000. Las cifras de La Florida fueron las segundas más altas del país, un poco más altas que las de California, pero más bajas que las de Texas.
También hay una razón para ello.
"También puedo decirte que un buen porcentaje de ellos se reúne con familiares que viven aquí en La Florida", afirmó Routsis-Arroyo. "Nos guste o no, esa es la realidad. Entonces, ¿por qué cerrar nuestro albergue en La Florida, tomar a un niño traumatizado que ha cruzado la frontera, enviarlo a Arizona o California, sabiendo que probablemente se reunirá con un familiar en La Florida? ¿Por qué vamos a atormentarlos de nuevo?"
IGLESIA Y ESTADO
Las acciones de DeSantis también exponen una cuestión relacionada con la libertad religiosa. Esto suele consistir en obligar a las organizaciones religiosas a hacer algo que atenta contra sus creencias. En este caso, la orden del gobernador impediría a una organización religiosa hacer algo que se ajusta a sus creencias religiosas.
Como escribió Soerens en Christianity Today: "Después de todo, la libertad religiosa es algo más que el derecho a rendir culto en un edificio de la iglesia el domingo. Es la libertad de seguir y obedecer todos los principios de la religión que uno profesa, incluido el cuidado de los niños vulnerables".
"Sentimos que estamos en tierra firme en términos del servicio que prestamos, y sobre la base de nuestra fe católica y nuestras enseñanzas católicas, sociales y morales", dijo Routsis Arroyo. "Esto es lo que somos y lo que hacemos. Corresponde a nuestra misión. Así que vamos a hacer todo lo posible para poder continuar".
La solución ideal sería que el gobierno federal y el gobernador llegaran a un acuerdo que permitiera a los albergues continuar con sus operaciones, incluso si el Estado no renueva sus licencias.
El Arzobispo Wenski propuso esa fórmula ganadora cuando él y los demás obispos de La Florida se reunieron con DeSantis durante los Días Católicos en el Capitolio a principios de febrero.
"Incluso quienes votan por Trump apoyan la reforma migratoria; una multitud de ellos la apoyan", apuntó el Arzobispo. "Por eso no creo que sea una buena política quedar como el 'Grinch' que se robó la Navidad. Me gustaría que llegáramos a un acuerdo que le permita a él guardar las apariencias, pero al mismo tiempo que podamos continuar sirviendo a estos niños".
Porque, independientemente de cómo se mire, añadió, "los niños son víctimas".
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