By Archbishop Thomas Wenski - The Archdiocese of Miami
Este mes celebramos 65 años desde que el Papa Pío XII creó la Diócesis de Miami el 7 de octubre, fiesta del Santo Rosario, y nos envió a nuestro primer pastor, el Obispo Coleman Carroll. En una Iglesia que tiene casi 2,000 años, 65 años no son gran cosa. Pero en el Sur de La Florida, donde todo parece haber sido construido anteayer, sin duda vale la pena celebrar estos 65 años.
La historia de esta Iglesia local —como toda historia forjada por hombres y mujeres caídos—, tiene luces y sombras. Y, como dijo una vez el Papa Benedicto, “cuando el mundo nos recuerda nuestros pecados, la respuesta adecuada no es la negación, sino el arrepentimiento”.
Por eso pedimos perdón a Dios por esas sombras, nuestros pecados de comisión y omisión. Pero al mismo tiempo, no podemos negar que, durante estos últimos 65 años, la gracia de Dios ha brillado más que cualquier desgracia de nuestra parte. Como pueblo de fe, miramos hacia el pasado con humildad, pero también con gran gratitud.
¿Cómo podemos sentir algo menos que gratitud al recordar a los grandes hombres y mujeres de la Iglesia, que con gran amor a Jesucristo y celo por las almas, se dedicaron al servicio de esta viña del Señor? Recordamos con gratitud a prelados de gran visión y valentía, como el Arzobispo Carroll, el Arzobispo Edward McCarthy y el Obispo Agustín Román, y a sacerdotes ejemplares como Mons. Bryan O. Walsh, Noel Fogarty, Jimmy Walsh, Emilio Vallina, Bill McKeever, José Paz y Gerard Darbouze.
Recordamos también a fieles como Mary Lou Maytag McCahill, Joseph Fitzgerald, Edwin Tucker, el juez Clyde Atkins, el Dr. Ben Sheppard y la señora Athalie Range, y a hermanas religiosas como Sor Lucia Ceccotti, del Marian Center (Centro Mariano); Sor Jeanne O' Laughlin, de la Universidad Barry, y la Hna. Marie Schramko, de la escuela secundaria Cardinal Gibbons.
Cada uno de ustedes podría sumarse a la lista de quienes, fieles a su bautismo, contribuyeron al crecimiento de esta Iglesia local. Por eso recordamos el pasado con gratitud, pero también con gran humildad, porque Dios siempre nos trata mejor de lo que merecemos.
Al mismo tiempo, abrazamos el presente con entusiasmo. ¿Cómo podemos sentir otra cosa que entusiasmo al dedicar nuevas iglesias, como St. Agnes (Santa Inés) en Key Biscayne, y la Misión St. Ann (Santa Ana) en Naranja, y al dar la bienvenida a más de 1,000 nuevos estudiantes este año a nuestras escuelas católicas, junto con iniciativas como la escuela secundaria Cristo Rey, o la reapertura de laescuela St. Malachy en Tamarac, y de una escuela secundaria en Key West?
Podemos sentirnos orgullosos de lo que hace la Arquidiócesis hoy; de lo que ustedes, los fieles de Cristo, están haciendo por medio de nuestras escuelas, de nuestras Caridades Católicas (Catholic Charities), de nuestros Servicios Católicos de Salud (Catholic Health Services ) y de nuestro acercamiento a los recién llegados a través de nuestros Servicios Legales Católicos (Catholic Legal Services).
También podemos mirar hacia el futuro con confianza, porque en el Seminario Universitario St. John Vianney en Westchester, en el Seminario Misionero Redemptoris Mater en Hialeah, y en el Seminario Regional St. Vincent de Paúl, tenemos casi 60 jóvenes estudiando para ejercer el sacerdocio en esta Arquidiócesis.
Vemos motivos de confianza porque, en nuestras parroquias y escuelas, seguimos predicando a Jesucristo, el mismo ayer, hoy y siempre. Miramos hacia el futuro con confianza debido a la renovación de la vida religiosa en nuestra Arquidiócesis, como lo ejemplifican las Siervas de los Corazones Traspasados (Servants of the Pierced Hearts), una creciente comunidad de religiosas y religiosos fundada aquí en Miami, y las monjas carmelitas de clausura que recientemente se mudaron a su nuevo monasterio en Homestead.
Pero para que ese futuro sea tan brillante como nuestro pasado, debemos comprometernos a ser discípulos misioneros. En un mundo de paz frágil y de promesas incumplidas, debemos dar testimonio de la esperanza, la esperanza que no decepciona y tiene rostro humano: Jesucristo. Debemos comprometernos a ser una comunidad reconciliada y reconciliadora de fe, esperanza y amor; vivir nuestras vidas para que podamos difundir y proclamar la Buena Nueva de Dios, su verdad y su amor, a través de nuestras acciones y ejemplo cotidianos.
¡Feliz cumpleaños, Arquidiócesis de Miami! ¡Por los próximos 65!