By Cristina Cabrera Jarro -
HIALEAH | Braulio Ortiz recuerda cuando hizo la Primera Lectura en la primera Misa de la parroquia de St. Benedict, celebrada en la escuela primaria de Milam, al oeste de Hialeah, en 1973.
“Era un lugar sin mucho dinero, pero con mucho, mucho amor. Aquí no había ni un sí ni un no”, expresó Ortiz.
Nunca imaginó que, cinco décadas después, participaría como lector en la Misa del 50º aniversario, celebrada el 23 de septiembre de 2023 en una verdadera iglesia, llena hasta rebosar de sacerdotes, religiosos y feligreses. Incluso, se sentó a la mesa del Arzobispo en la gala posterior a la Misa.
“Ni por un segundo puedes imaginar que eso iba a ocurrir”, aseguró Ortiz. Al reflexionar sobre estos 50 años, añadió que “era sólo un grupo de personas que trabajaban unidas para crear la comunidad que tenemos. Gracias a Dios, se convirtió en lo que es hoy. Y todos somos felices, muy felices”.
Aunque ahora reside en Weston, Ortiz regresa a St. Benedict con frecuencia, porque “cuando entro en esta iglesia, entro en mi casa. Yo la vi construir”.
Ortiz fue uno de los muchos feligreses que, en cumplimiento del lema de St. Benedict de “Ora et labora” (ora y trabaja), trabajó para mantener la parroquia a lo largo de los años. Ayudó a recaudar fondos para la construcción del templo y la compra de la propiedad al ir de puerta en puerta en busca de donaciones, trabajó en el carnaval de la iglesia, e incluso vendió boletos para la rifa de un automóvil en el Carnaval de la Calle 8, todo ello para sufragar los $600,000 que costó la adquisición adquisición y construcción.
Una vez construida la iglesia, Ortiz instaló las luces interiores y ayudó a colgar un crucifijo sobre el altar con su compañero feligrés Ernesto de la Fe. Fue miembro fundador del grupo de Emaús, dirigió el grupo de jóvenes, y mucho más.
“La verdad es que lo pasamos muy bien. ¡Aquí hicimos una comunidad tan linda! Nos conocimos en St. Benedict, hicimos amistades para toda la vida, y muchas de esas amistades ahora son familia”, afirmó Ortiz.
Con el tiempo, Ortiz se trasladó de Miami Lakes a Hallandale Beach, donde perteneció a la iglesia de St. Matthew. Tras unos años allí, sus raíces de St. Benedict se hicieron presentes cuando el P. Robert Ayala fue instalado como párroco de St. Matthew. El P. Ayala había sido miembro del grupo de jóvenes cuando Ortiz y su esposa dirigían el ministerio.
“Para nosotros, era Robertico”, dijo Ortiz. Rio al recordar cuando el P. Ayala se presentó en St. Matthew y le dijo a la congregación que si alguna vez él hacía algo mal, debían culpar a Hilda y Braulio Ortiz, porque fueron ellos quienes le enseñaron.
“Mi esposa y yo nos miramos y dijimos: “Señor mío, ¿qué es esto?”.
Ortiz ayudó al P. Ayala en todo lo que pudo durante su tiempo en St. Matthew. Luego fue transferido a la iglesia de Nativity, en Hollywood, y los Ortiz se mudaron a Weston, donde pertenecieron a la parroquia de St. Katharine Drexel. Allí conocieron al P. Yonhatan Londoño, quien pasó a ser el administrador de St. Benedict el pasado mes de junio.
Esas conexiones circulares llamaban a Ortiz de regreso a St. Benedict.
“Y así es como estoy aquí. Te garantizo que esta es mi casa”, aseveró.
UNA HERENCIA DE 50 AÑOS
El P. Londoño expresó que él sigue “un legado extenso” en St. Benedict. Entre sus predecesores se encuentran el párroco fundador, P. Thomas Barry; Mons. José Luis Hernando, ya jubilado, quien presidió durante el período de mayor construcción de la iglesia; el P. José Luis Paniagua, quien fue párroco durante 30 años; y el P. Julio De Jesús, administrador y más tarde párroco.
Zelma Iglesias, quien desde hace 25 años es feligresa, lectora y voluntaria, recordó los esfuerzos del P. De Jesús como “magníficos y de mucho entusiasmo”. Durante la pandemia del COVID-19, por ejemplo, viajó en la parte trasera de una camioneta para bendecir al vecindario con el Santísimo Sacramento. Ella lloró cuando lo transfirieron, pero está feliz con el P. Londoño.
“No puedo pedir nada mejor, porque es enérgico, humilde, accesible, siempre está disponible para todos, y escucha consejos”, manifestó Iglesias.
De 2018 a 2023, se produjo una especie de renacimiento en St. Benedict. En abril de 2020, se renovó el altar mayor para incluir una reliquia de San Juan Pablo II. En marzo de 2019, se inauguró la capilla de San José, para la adoración perpetua. En junio de 2020, se creó una gruta al aire libre dedicada a Nuestra Señora de Lourdes, y se añadió una reliquia de San Benito a la pared junto al altar. También se renovaron la oficina parroquial, el centro parroquial, los baños y los jardines.
“El P. De Jesús llegó hasta un punto, y a mí me toca seguir adelante”, indicó el P. Londoño. “Es una comunidad muy agradable y hermosa que ha trabajado muy fuerte para echar su parroquia hacia adelante. Están muy orgullosos de su historia”.
Fue una historia que le tomó por sorpresa, ya que al poco tiempo de llegar como administrador, el diácono Emilio Blanco le comunicó que se acercaba el 50 aniversario.
Fue entonces cuando se manifestó el lema de la parroquia: “Ora et labora”. En menos de dos meses, los feligreses organizaron una Misa de Aniversario presidida por el Arzobispo Thomas Wenski y concelebrada por antiguos párrocos y sacerdotes que crecieron en la parroquia, a la que asistieron religiosas que sirvieron a la comunidad, entre ellas la Hna. Carmen Álvarez, religiosa claretiana, quien comenzó su obra en St. Benedict con el P. Thomas Barry.
También organizaron una gala para 300 invitados, cuyas entradas se agotaron en un solo domingo.
“Tuvimos un problema porque parecía que tendríamos que utilizar otro salón, pero no había más disponibles. Les dije que no sabía cómo íbamos a meter 300 personas, pero teníamos que hacerlo aquí. Y en un solo minuto te das cuenta del amor que ellos sienten por su parroquia”, recordó el P. Londoño.
“TOMASITO”
Muchos de los asistentes a la celebración también estaban deseosos de saludar al Arzobispo Wenski, a quien conocieron como “Tomasito”, el seminarista (1974), el diácono (1975), y el sacerdote recién ordenado (1976).
“Para mí, esto es como una vuelta a casa”, manifestó el Arzobispo en su homilía durante la Misa de aniversario. “Recuerdo cuando se fundó St. Benedict. Por supuesto, en aquel entonces, la Misa se celebraba en la escuela primaria de Palm Lakes, y más tarde en el centro comercial de El Malecón (junto a un restaurante chino). Y fue allí, en El Malecón, donde celebré mis primeras Misas, una en inglés y otra en español”.
El P. Londoño dijo que, antes de su nombramiento, le habían comentado que la comunidad de St. Benedict estaba constituida por “personas necesitadas”, vulnerables y ancianos.
“Pero no es verdad. Es la parroquia más rica de la Arquidiócesis de Miami”, aseguró el sacerdote. “¿Sabe por qué? Porque cada uno de ellos representa la belleza, el trabajo, y el esfuerzo de una comunidad que está viva, y que quiere amar, orar, y servir”.