By Rocio Granados - La Voz Catolica
MIAMI | Después de que una sobrina de Maribel Molina fuera secuestrada, fuertemente golpeada, maltratada y abandonada por la calle, acto cometido por la policía de Nicaragua hace dos años, ella y su familia tuvieron que refugiarse en otro país.
Molina y sus familiares participaban en las marchas de protesta del 2019 conta el régimen de Daniel Ortega, que lleva en el poder 15 años ininterrumpidos. Llegó a Miami hace un año huyendo de la persecución y las amenazas del régimen que los había identificado.
“Apoyen a los sacerdotes de Nicaragua y al pueblo nicaragüense católico y de todas las religiones, porque estamos siendo perseguidos, porque el gobierno no quiere a la gente religiosa, no quiere a nadie que se le oponga”, dijo Molina.
Ella estaba entre las casi 1,200 personas que acudieron a una Misa por la paz de Nicaragua, celebrada por el Arzobispo Thomas Wenski, Mons. Silvio Báez, Obispo Auxiliar de Managua, Nicaragua, y varios sacerdotes arquidiocesanos con la comunidad nicaragüense, en la parroquia St. Michael the Archangel, en Miami, el 22 de agosto, en la Fiesta de María, Reina del cielo.
La Misa se organizó también para rezar por el Obispo de Matagalpa, Mons. Rolando Álvarez, y por los otros religiosos que fueron detenidos por la policía el 19 de agosto.
“Se dice que Mons. Álvarez está en su casa, o sea, tiene casa por cárcel. Han dicho que está bien, pero nosotros no lo hemos visto. No podemos saber si él está bien hasta que lo veamos”, dijo Molina.
Agregó que a Mons. Álvarez lo detuvieron “porque él apoya a todo el pueblo de Nicaragua, a todos los que reclamamos por una libertad. A todos los que somos católicos como él y lo seguimos. Él está siendo perseguido por querer luchar por su libertad”.
“Mons. Álvarez en sus homilías hablaba muy fuerte en contra de los abusos que hace el gobierno en contra del pueblo de Nicaragua y quisieron silenciarlo”, dijo Hope Cant, una nicaragüense con muchos años en el exilio que dijo estar preocupada por los detenidos en las cárceles nicaragüenses.
"¡Rolando, amigo, el pueblo está contigo!" Corearon al inicio de la Misa los cientos de congregantes en apoyo a su pastor.
“Hermanos y hermanas, hoy en este templo Nicaragua está presente. Está presente en la persona de su obispo”, dijo el Arzobispo Wenski, refiriéndose a Mons. Báez, quien vive en el exilio desde el 2019 tras recibir innumerables amenazas en contra de su vida y la de su familia.
“Está presente en el clero. Nicaragua está presente en el pueblo de Dios aquí congregado”, dijo el Arzobispo a uno de los exilios nicaragüenses más grandes en los Estados Unidos.
En su homilía, el Arzobispo pidió la intercesión de la Virgen para que haya paz en Nicaragua y “que se liberen no los pastorcitos, sino que se libere un pastor, Monseñor Rolando Álvarez, Obispo de Matagalpa, quien también con valentía se mantiene firme en decir la verdad de lo que ve”.
Haciendo un recuento de los hechos, el Arzobispo Wenski dijo que el 13 de agosto la Iglesia de Nicaragua quería realizar una procesión con la imagen de la Virgen de Fátima, que estuvo visitando a un pueblo agobiado por la represión de su gobierno para llevarle esperanza. Pero por “motivo de seguridad interna” la policía nacional prohibió el acto.
“Pese a la negativa de la policía, los fieles –unas dos mil personas– se reunieron en la catedral de Managua para recibir a la venerada imagen”, dijo el Arzobispo.
Ese día, el Arzobispo capitalino y Cardenal Leopoldo Brenes, haciendo referencia a la crisis con el gobierno, dijo en su homilía: Nos reunimos “con mucha alegría, pero también con mucha tristeza” debido a “la situación que hemos vivido en nuestras parroquias”.
El Arzobispo Wenski recordó que también un 13 de agosto, pero hace 105 años, los pastorcitos de Fátima a quienes la Santísima Virgen se les apareció fueron detenidos y amenazados por el alcalde del pueblo si no se retractaban y declaraban que lo que habían comunicado era un fraude.
“Aunque eran muy jóvenes, hijos de gente sencilla, se opusieron a negar la verdad de lo que habían visto y oído. El alcalde y sus secuaces pensaron que podían infundir miedo en los corazones de estos pastorcillos, pero fracasaron. De hecho, cuando terminó el día, los niños fueron liberados, y fueron el alcalde y su gente quienes tuvieron miedo”, señaló el Arzobispo.
“Recordamos el secuestro de los pastores de Fátima y el secuestro de un pastor en Nicaragua y el acoso de tantos fieles. Esto nos recuerda que ‘¡La fe, que parece débil, es la verdadera fuerza del mundo!’ El amor es más fuerte que el odio. El pueblo de Nicaragua también tiene que examinar la situación triste que están viviendo ya desde demasiado tiempo a través de los lentes de la fe. Dios tendrá la última palabra. El amor siempre vence”, dijo el Arzobispo Wenski.
El ataque a Mons. Álvarez comenzó el 4 de agosto con su retención y la de otras ocho personas en la casa episcopal de Matagalpa. La policía nicaragüense no les permitió recibir alimentos ni medicinas. Posteriormente, el 19 de agosto, fueron secuestrados por la misma policía, que unas horas más tarde, en un comunicado, anunció que todos habían sido llevados a la capital, Managua. Mons. Álvarez se encuentra en “resguardo domiciliar” y los demás en la cárcel de torturas conocida como El Chipote.
Esta serie de eventos fue lo que hizo que líderes religiosos de Nicaragua y de otros países alzaran su voz en contra del abuso por parte de Ortega contra la Iglesia en Nicaragua.
El Arzobispo Wenski, en un video publicado en sus redes sociales el mismo 19 de agosto, denunció el secuestro del obispo y pidió “rezar mucho por el pueblo de Nicaragua y por su Iglesia”.
El Papa Francisco también se pronunció el 21 de agosto en la Plaza de San Pedro. “Sigo de cerca con preocupación y dolor la situación creada en Nicaragua que involucra a personas e instituciones. Quisiera expresar mi convicción y esperanza que a través de un dialogo abierto y sincero se puedan seguir encontrando las bases para una convivencia respetuosa y pacífica”.
Desde el 2018 han sido innumerables los ataques contra la Iglesia católica en Nicaragua.
“El régimen izquierdista del presidente Daniel Ortega continúa su persecución de la Iglesia Católica en Nicaragua, con varios actos de represión”, dijo el Arzobispo Wenski.
En marzo de este año, el Nuncio Apostólico en Nicaragua, Mons. Waldemar Stanislaw Sommertag fue expulsado por el régimen de Ortega. A eso le siguió la expulsión de las Misioneras de la Caridad, fundadas por Santa Teresa de Calcuta, sin explicación alguna. Además, el régimen ha cerrado televisoras y radios católicas en todo el país.
Aunque Mons. Báez no se pronunció durante la Misa del 22 de agosto, en otra Misa realizada en la parroquia St. Agatha, en Miami, pidió la libertad de Mons. Álvarez.
“Hay que pedir la libertad. No hay que negociar con la persona. Hay que pedir la libertad, porque son inocentes”. Y agregó, “quiero que sepan que estoy sufriendo mucho y rezando mucho por ustedes, por Nicaragua y por nuestra Iglesia”.