By Ana Rodriguez Soto - The Archdiocese of Miami
MIAMI | El último adiós a Rogelio Zelada tendrá lugar en su segundo hogar: la casa de su queridísima Virgen de la Caridad, de cuya imagen cuidó fielmente por décadas y a quien le escribió una de las más conocidas composiciones de la Iglesia cubana: “Virgen Mambisa”.
Zelada falleció en la madrugada del 21 de enero de 2023 en su casa de Miami, a consecuencia de un cáncer que se le había diagnosticado hace varios años. Acababa de cumplir 78 años, casi todos dedicados a la Iglesia de Cuba, Puerto Rico y Miami.
Sus restos serán velados en el Santuario Nacional de la Virgen de la Caridad – mejor conocida como la Ermita de la Caridad – este sábado, 28 de enero, comenzando a las 10 a.m. Su Misa fúnebre se celebrará inmediatamente después, a las 11:30 a.m., también en la Ermita.
“Alguien me dijo hoy que la Ermita puede que no sea suficientemente grande para su Misa fúnebre”, dijo el P. Juan Sosa, párroco de St. Joseph en Miami Beach, quien trajo a Zelada a la Arquidiócesis de Miami en 1987 para trabajar con él en la oficina de Culto y Vida Espiritual (Worship and Spiritual Life).
Es que Zelada era un hombre célebre entre los laicos de habla hispana de la Arquidiócesis. Y no por haber escrito la letra de “Virgen Mambisa”, cuyo compositor musical fue Orlando Rodríguez.
Zelada fue el maestro preferido de cientos de ministros laicos y ministros extraordinarios de la Eucaristía en el Sur de La Florida y otras regiones de los EE.UU., a quienes enseñó durante más de tres décadas como profesor de la oficina de Culto y Vida Espiritual, del SEPI (Instituto Pastoral del Sureste), y del programa de Ministerios Laicos (Lay Ministry).
A la par con su trabajo diario en esas oficinas, Zelada pasaba las noches y los fines de semana dando clases en las parroquias, donde lo llamaban hasta después de retirarse en el 2020, cuando ya luchaba contra el cáncer. Él con todo gusto las daba. Y los que lo escuchaban se quedaban fascinados, renuentes a que se acabara la clase.
“Sentarse con Rogelio era abrir un libro. Pero más que eso, te aclaraba todo”, dijo Fior Ramirez, que conoció a Zelada cuando este empezó a trabajar en la Arquidiócesis. Ella trabajaba para la oficina de Catequesis, pero con varios colegas más, se sentaban juntos a almorzar.
“Era una enciclopedia andando”, dijo Ramirez. “Rogelio daba una clase y nunca tenía que mirar las notas. Se pasaba de historia a teología a liturgia como intercambiando saludos”.
Trabajaron la última década juntos en la oficina de Ministerios Laicos, donde ella servía de asistente y él como director asociado para la formación de los hispanos. Se convirtió, dijo Ramirez, en su “amigo, hermano, maestro, guía”.
“Nos unía también lo de la cocina”, añadió, ya que a Zelada le encantaba cocinar – y comer. Con frecuencia cocinaba para sus compañeros aromáticos platos de comida cubana y un especialísimo chocolate caliente.
Según Ramirez, Zelada “dedicó su vida entera, en todo lo que hacía, a mostrar el amor de Dios a todos y a instarte a que tú lo amaras”.
‘COMIDA ES AMOR’
Cheryl Whapham, ex directora de los Ministerios Laicos, le escribió un mensaje final en Facebook, en español, a su “querido gordito”, dándole gracias por haberle enseñado mucho, incluyendo “a vivir una vida por Cristo”, por darle confianza para hablar en español, por hacerla entender las dificultades y esperanzas de los cubanos y que “comida es amor.” Añadió que estaba segura de que la Virgen de la Caridad lo recibió “en las puertas del cielo” para llevarlo personalmente a Jesús.
Las condolencias llegaron así mismo por Facebook de su diócesis natal de Santa Clara en Cuba. En la Isla lo conocían también porque desde el 2001, Zelada y el P. Sosa viajaban a las distintas diócesis para dar talleres de formación litúrgica tanto a laicos como a seminaristas y sacerdotes.
Leyda Vázquez, quien por muchos años dirigió la catequesis en la parroquia Epiphany en South Miami, se expresó así en Facebook: “¡Cuánto diste a esta iglesia local! Incansable luchador en el correcto entendimiento de la Liturgia y la sólida formación de un laicado comprometido. Cristiano fiel y auténtico. Testigo y mentor para muchos.”
El Arzobispo Thomas Wenski recordó que Zelada escribió por muchos años para La Voz Católica, columnas que en los últimos años se publicaban también en inglés en el blog arquidiocesano “Let’s Talk” (Hablemos). Además, compartía su sabiduría en programas de Radio Paz (830 AM/96.1 FM).
Sus “innumerables seminarios y charlas dieron testimonio de la vitalidad de una liturgia y una catequesis inculturadas”, dijo el Arzobispo. “Ayudó a dar forma al ministerio laico en la Arquidiócesis de Miami y más allá. Su paciente resistencia de su última enfermedad también dio testimonio de la vitalidad y autenticidad de su fe inquebrantable en Jesucristo y su Iglesia.”
FORMACIÓN DE LOS LAICOS
Según el P. Sosa, para Zelada “lo más importante era la formación en todos los niveles, la formación del pueblo de Dios y la formación de los laicos”.
Recordó que, aunque algunos le sugerían que se hiciera diacono, Zelada siempre decía que no. Insistía que “los laicos no tienen que hacerse diáconos o sacerdotes, en la vocación de los laicos”, añadió el P. Sosa.
Los dos se conocieron por medio del ahora difunto P. Nicanor Valdés, un sacerdote cubano que trabajaba en San Juan, Puerto Rico. Zelada, que había salido de Cuba por el Mariel con su esposa e hijos en 1980, colaboraba con la Hermandad de la Virgen de la Caridad fundada por el sacerdote, preparaba las celebraciones de la Virgen y dirigía el coro de voces cubanas de la parroquia.
“Yo no conocía “Virgen Mambisa” hasta que nos conocimos”, recordó el P. Sosa. Años después descubrió que Zelada había vivido a unas cuadras de su casa familiar en Cuba.
En la oficina de Culto, los dos trabajaron en la creación de una colección de música litúrgica cubana, junto con el difunto Hno. Alfredo Morales. Zelada, explicó el P. Sosa, quería “guardar y recoger todo el rico tesoro litúrgico” creado por los cubanos después del Concilio Vaticano Segundo. Esa serie de 12 grabaciones, que salieron primero en casetes, luego en discos compactos y todavía se pueden oír por internet, recogen las composiciones de músicos y cantantes como Perla Moré, Tony Rubí, y el propio P. Sosa y Zelada, cuya colaboración con Orlando Rodríguez continuó más allá de “Virgen Mambisa”.
“Mucha de esa música quedó en el Flor y Canto y en el Cancionero Litúrgico”, afirmó Zelada en una entrevista con La Voz Católica en 2020. “Cuando la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba se cantaron muchos de estos cantos nuestros en la Misa”.
‘REGALO DE DIOS’
“Creo que era un gran poeta y al mismo tiempo conocía la música”, dijo el P. Sosa. Añadió que “su talento era diverso. Fue un regalo de Dios. Para mí, lo mejor eran sus clases, como transformaba el mensaje del Evangelio para el pueblo”.
Zelada nació el 5 de diciembre del año 1944 en Isabela de Sagua, provincia de Villa Clara, Cuba. En 1962, asistió al Seminario San Carlos y San Ambrosio del Cobre, provincia de Oriente, Cuba, donde estudió Filosofía y Teología. También estudió en el Instituto Superior de Teología y Pastoral de San Juan de Puerto Rico.
Al llegar a Miami en 1987, Mons. Agustín Román, entonces obispo auxiliar de Miami y rector de la Ermita, le pidió que restaurara la imagen de la Virgen del Santuario, con motivo de la visita del Papa San Juan Pablo II a la ciudad. Desde entonces, Zelada se ocupó de esa imagen hasta que su salud se lo permitió. Además, confeccionaba las imágenes de la Virgen que se rifaban para el sostenimiento del Santuario.
Por muchos años, escribió el manual del programador para la fiesta anual de la Virgen de la Caridad, y a pesar de su última enfermedad, sólo faltó a una celebración, en el 2021. El año pasado asistió brevemente para recibir un homenaje.
Zelada fue miembro del Subcomité para los Hispanos de la Comisión del Culto Divino de los Obispos de los Estados Unidosy miembro del Consejo Ejecutivo del Instituto Nacional Hispano de Liturgia, Inc.; y profesor de La Universidad Católica (Catholic University) de Washington, D.C., y del Seminario St. John Vianney en Miami. Impartió talleres de liturgia en varios países de Latinoamérica y en casi todos los estados de este país. El Papa Benedicto XVI le concedió la medalla Pro Ecclesia et Pontifice por su largo y excepcional servicio a la Iglesia católica.
A Zelada le sobreviven su esposa Francisca, que todos conocen como “Paquita”, sus hijos Javier y Jorge y sus esposas, y tres nietos. Será sepultado en el cementerio católico Our Lady of Mercy en Doral.
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