By Emily Chaffins -
MIAMI | El 22 de junio de 2015, al descubrir que su bebé por nacer tenía el trastorno genético de la trisomía-13, su madre, Christie Acosta Mora, también preguntó por el sexo del bebé. La respuesta del médico la indignó: “¿De veras quiere saber el sexo?”. Cuando Acosta Mora insistió, el médico le dijo: “Es XX”, en lugar de decir que su bebé era una niña. La declaración deshumanizante del médico “atormenta” a Acosta Mora hasta el día de hoy.
Aquel médico y otros profesionales de la medicina con los que se enfrentaron Acosta Mora y su esposo John Mora, consideraron que la vida de su hija era menos valiosa debido a su condición. Pero el matrimonio y, más adelante, la misma Vida Elyse, su hija, les demostraron que estaban equivocados.
La familia Mora compartió su historia en una entrevista con la Oficina de Comunicaciones de la Arquidiócesis de Miami y los periódicos arquidiocesanos Florida Catholic y La Voz Católica para la campaña de la Arquidiócesis de Miami “Vote NO a la Enmienda 4”. La Enmienda 4 —una propuesta de enmienda a la constitución del Estado de La Florida que aparecerá en la boleta electoral este noviembre— “consagraría el aborto sin regulación en la constitución de nuestro estado, lo que convertiría a La Florida en uno de los estados más proabortistas de la nación”, como explica la Conferencia de Obispos Católicos de La Florida (FLCCB).
El matrimonio ofreció su testimonio con la esperanza de animar a las familias que enfrentan embarazos difíciles para que escojan la vida, porque, aunque Vida Elyse solo vivió 31 días fuera del útero, su corta vida ha transformado a muchas personas.
NOTICIAS ESTREMECEDORAS
Mora se sintió desconcertado cuando recibió la llamada. Unos dos meses después de experimentar la alegría de saber que esperaban su segundo hijo, el miedo le abrumó al enterarse de que a Vida Elyse le habían diagnosticado trisomía 13. Las personas con trisomía 13, o síndrome de Patau, tienen un decimotercer cromosoma adicional. Las cardiopatías congénitas son frecuentes en estos niños, y la trisomía 13 aumenta las probabilidades de aborto porque la enfermedad inhibe su desarrollo. De los bebés que llegan a nacer, más del 80 por ciento vive menos de un mes.
“Cuando me enteré, no la quería”, contó Mora, conmovido. “Quería que mi esposa abortara, o presionarla para que abortara porque yo no quería pasar por ese dolor, por el problema. Pero eso cambió. Con el tiempo, empecé a quererla cada vez más. Es curioso que una bebé de cinco libras (dos kilos) pueda hacerte caer de rodillas y cambiar tu destino, cambiar quién eres”.
Acosta Mora le explicó en aquel momento que un aborto no le libraría del dolor. De hecho, solo lo intensificaría.
“No tenemos garantizado que ella sobreviva, no tenemos garantizado que viva mucho más tiempo después de nacer —en caso de que llegue a nacer—, pero a ninguno de nosotros en ningún momento se nos garantiza la vida”, manifestó Acosta Mora. “Una pérdida por aborto seguiría siendo una pérdida, y entonces la experimentaríamos con el dolor y el remordimiento de haber tomado esa decisión, o podríamos experimentar el dolor sin remordimiento”.
Acosta Mora empezó a escribir en su blog y en las redes sociales sobre las experiencias de su familia, “lo que nos dio la oportunidad de que muchas personas oraran por nosotros”, compartió. A ella y a su esposo les sirvió de consuelo.
“También nos dio la oportunidad de conectar con otras familias que habían pasado por experiencias similares”, añadió. “La sensación de soledad definitivamente disminuyó. Lo que sentimos cuando oraban por nosotros y en la comunidad fue mucho más de lo que se puede expresar con las palabras. También nos dio la oportunidad de valorar y disfrutar cada momento del embarazo”.
Vida Elyse nació el 5 de diciembre de 2015, desafiando todos los pronósticos. Vivió 31 días rodeada de su familia.
Para sus padres no fue fácil: “Esos 31 días fueron muy duros. No dormimos”, contó Mora.
Un médico hasta le negó inicialmente el medicamento esencial a Vida Elyse, porque no creía en “retrasar lo inevitable” para la bebé, dijo Acosta Mora. Aunque consiguieron la medicación, se dieron cuenta de que no todo el mundo valoraba la vida de la niña ni apoyaba su decisión de que viviera esa vida.
Sin embargo, ambos aseguran que valió la pena.
Uno de los recuerdos de Vida Elyse que Acosta Mora conserva con más cariño es la celebración de la Navidad con ella, especialmente el que ocurrió justo antes de la Nochebuena, cuando unos cantores de villancicos les visitaron en su pórtico. Aquel gesto tan sencillo significó mucho para la familia.
“Es una bendición que hayamos podido pasar juntos esos 31 días”, expresó Mora. “Pasamos 31 días con ella, 31 días más de los que hubiéramos podido tener, estoy seguro”.
Aun en medio del dolor por la pérdida de su hija, sintieron paz.
“Hay una gran diferencia entre el dolor con remordimiento y sin remordimiento”, afirmó Acosta Mora. “Gracias a que le dimos a Vida la oportunidad de vivir, no nos arrepentimos de nada y podemos llorar abiertamente. Podemos celebrar su cumpleaños, hacer que forme parte de nuestra familia. No tenemos que ocultar nada ni avergonzarnos de nada”.
EFECTOS QUE PERDURAN
Aunque el tiempo que Vida Elyse pasó en la tierra fue breve, su legado perdura en su familia y su comunidad.
En la actualidad, el matrimonio continúa acompañando a familias que enfrentan un diagnóstico prenatal o que están en duelo.
“Lo he visto en ambas direcciones”, compartió Acosta Mora. “He visto la lucha por la que han pasado las familias que han optado por terminar el embarazo, frente al dolor sin remordimientos que han experimentado otras familias que decidieron permitir el embarazo”.
Al compartir su historia, ambos buscan crear una cultura que celebre cada vida como sagrada, “independientemente de lo que la sociedad considere como limitaciones”, sostuvo Acosta Mora.
Solo el mayor de los hermanos de Vida Elyse pudo conocerla, pero sus tres hijos la aprecian. “A veces nuestros hijos ven un atardecer o un amanecer hermoso, y exclaman: ‘¡Vida nos saluda!’”, comentó Acosta Mora.
“Sus efectos perdurarán por años”, aseguró su esposo.
La pareja se siente agradecida por haber escogido la vida para Vida. Como dijo Mora: “Nunca me lo cuestionaré”.
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