By Tom Tracy - Florida Catholic
MIAMI | Se le ha llamado “maestro predicador” y “posiblemente, el maestro de retiros con más experiencia desde San Ignacio”.
El sacerdote jesuita Amando Llorente, ya fallecido, fue una figura extraordinaria para muchos, primero en La Habana, Cuba, y más tarde en los Estados Unidos, hasta su fallecimiento en 2010. Fue mentor y director espiritual de incontables estudiantes universitarios, padres de familia, hombres e incluso sus cónyuges, que asistieron a retiros bajo su dirección.
Ayudó a establecer un apostolado único en Cuba llamado Agrupación Católica Universitaria (ACU), basado en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. Tras la revolución cubana, el P. Llorente, nacido en España, restableció el grupo en Miami, y más tarde lo extendió incluso a Atlanta, Washington, D.C., y San Juan, Puerto Rico.
Desde entonces, la ACU ofrece a estudiantes y jóvenes profesionales una experiencia de instrucción católica ignaciana para prepararlos mejor para su vida espiritual, profesional y familiar.
Continuar la misión
El P. Llorente ha sido propuesto para la canonización en la Iglesia Católica a nivel regional, mientras que la ACU continúa organizando reuniones semanales de oración y estudio los miércoles en el Sur de Miami; almuerzos de negocios; oportunidades de servicio a la comunidad, incluidos los proyectos con las Misioneras de la Caridad en la zona, y actividades entre padres e hijos, para los miembros con hijos en los grados 6-12.
El arquitecto David Prada, miembro de la ACU y director de la Oficina de Construcciones y Propiedades de la Arquidiócesis de Miami, explicó que, en el espíritu de San Ignacio que le transmitió el P. Llorente, se anima a los miembros a comprometerse con un apostolado individual para servir a los demás y a la Iglesia.
“Todos nos damos cuenta de que estamos juntos en el mismo barco, y la ACU nos proporciona la capacitación y el apoyo espiritual que necesitamos para vivir plenamente nuestra fe en el mundo turbulento de hoy”, dijo Prada, quien también ha impartido clases de confirmación y educación religiosa durante más de 26 años en la parroquia de Corpus Christi, en Miami.
Todos los miércoles, Prada y su padre, de 87 años, acuden juntos a la Misa vespertina y al grupo de oración y capacitación para hombres que la ACU organiza en una propiedad cercana a la Escuela Preparatoria Jesuita de Belén, lo que brinda tiempo a padre e hijo para ponerse al día entre ellos, y fortalecer su fe con otros “Agrupados”.
“Para mí, lo valioso es poder crecer y compartir con otros hombres que están en la misma situación que yo, y podemos apoyarnos mutuamente mientras enfrentamos los mismos retos en nuestras carreras, además de cumplir con nuestras vocaciones como esposos y padres”, añadió. “Mi hijo está en sus veintes, e inicia su carrera profesional, y oro para que algún día también forme parte de la ACU”.
Prada, miembro de la ACU desde 1997, dijo que el P. Llorente era conocido por su habilidad en la dirección espiritual según la tradición jesuita, y era apreciado como maestro de retiros por muchos, entre los que se encontraban figuras como el Cardenal de Boston, Sean O’Malley, y el Obispo Emérito de St. Augustine, Felipe Estévez.
“El P. Llorente tuvo un profundo impacto en mi vida, porque era un maestro de los Ejercicios Espirituales”, afirmó Prada. “Hacer el retiro anual de cuatro días en silencio moldeó mi existencia de verdad, y me sirvió de brújula espiritual infalible a lo largo de las distintas etapas de mi vida”.
Capacitar a jóvenes profesionales
En la actualidad, los retiros ignacianos se realizan en Casa Manresa, en Kendall, con el mismo objetivo de capacitar a los hombres mientras atraviesan distintas etapas de su vida, tal y como imaginaron los jesuitas que fundaron la ACU en 1931, cuando el P. Felipe Rey de Castro, y más tarde el P. Llorente, establecieron la organización en La Habana prerrevolucionaria.
Se dice que el P. Llorente fue uno de los profesores de Fidel Castro y un mentor en la Escuela Preparatoria Jesuita de Belén, en La Habana, donde Castro estudió hasta los 16 años. Años más tarde, Castro expulsaría de Cuba a la Compañía de Jesús.
“Es interesante que el enfoque inicial de la ACU en Cuba se centrara en los estudiantes de secundaria que entraban en la universidad, pero en Miami, el P. Llorente amplió ese enfoque para capacitar a jóvenes profesionales de todas las nacionalidades y condiciones sociales, que fue lo que me atrajo cuando me uní por primera vez”, indicó Prada.
El actual director eclesiástico de la ACU es el P. Jorge Luis Rojas, S.J., recientemente enviado desde Cuba a Miami para continuar el crecimiento de la ACU. Su nombramiento ocurre tras la reasignación del director anterior de la ACU, el P. Christian Sáenz, S.J., quien ahora enseña en Roma.
Aunque el liderazgo cambie, el objetivo de la capacitación de jóvenes profesionales en la fe ha permanecido constante.
“Nos reunimos cada semana, partimos el pan juntos, estudiamos el catecismo, hacemos estudios bíblicos, asistimos a la Misa, y una vez al año asistimos a los Ejercicios Espirituales como un chequeo espiritual para asegurarnos de que vamos por el buen camino”, indicó.
Existe incluso una rama de la ACU para matrimonios, conocida como grupos CANÁ, aunque el objetivo principal continúa siendo la capacitación de buenos padres, esposos e hijos.
Cada diciembre, miembros de todo el país y del extranjero se reúnen en Miami para un encuentro internacional y la iniciación de nuevos miembros. La afiliación no se limita a los hispanos, y todos los miembros están consagrados a Nuestra Señora.
Mariano “Marty” Pérez, un empresario de Miami, es el director local de capacitación de la ACU en la región del Sur de La Florida, y forma parte de un comité de canonización que promueve la causa del P. Llorente. Informó que el comité se encuentra en la fase de recopilación de historias sobre el sacerdote.
“En aquella época, en Cuba, los niños asistían a la escuela de los jesuitas, se iban y perdían la fe [religiosa] por el socialismo y el comunismo”, contó Pérez. “Él empezó a intentar cambiar la sociedad con unos cuantos hombres buenos. Llorente no sólo era un gran sacerdote, sino un hombre increíble”.
Gracias al legado del P. Llorente, la ACU cuenta aún con varios centenares de miembros a nivel local, informó Pérez.
“A cada uno de nuestros miembros le damos un mentor, y también se les anima a que busquen mentores. Todos somos profesionales, y por lo general se puede encontrar a alguien [en la misma rama laboral]”, señaló Pérez. “El carisma de la ACU son hombres que viven su vida consagrados a Nuestra Señora, procurando ser lo mejor que podemos ser”.
PARA SABER MÁS
- Para más información sobre la Agrupación Católica Universitaria (ACU), visite estovir.org.