By Ana Rodriguez Soto - The Archdiocese of Miami
HIALEAH | Dos sacerdotes tuvieron que convencer a Yolanda Pérez para que se pusiera la vacuna contra el COVID-19: Su párroco, el P. José Espino; y su hijo, el P. Luis Pérez, párroco de la iglesia San Pablo, en Marathon.
El P. Pérez también se aseguró de consultar con su médico.
"Yo no me la quería poner pero por Luis y por él (el P. Espino) lo hice", dijo Yolanda, de 85 años. "Con Dios por delante".
El P. Espino también le facilitó las cosas. Ella fue una de los 150 feligreses que se vacunaron en San Lázaro, en Hialeah, el 20 de enero de 2021. La parroquia fue la primera en la Arquidiócesis en asociarse con funcionarios del gobierno como sitio de vacunación, algo que el Arzobispo Thomas Wenski está alentando.
San Lázaro ofreció su amplio terreno para realizar la distribución de la vacuna dentro de los vehículos — con algunas personas que llegaron a pie — a petición del Comisionado del Condado de Miami-Dade, René García, quien representa el área y a quien FEMA, la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, le ofreció las dosis, según el P. Espino.
Un total de 700 ancianos residentes de Hialeah y la cercana Hialeah Gardens recibieron en la iglesia su primera dosis de la vacuna Moderna. Volverán allí dentro de cuatro semanas para recibir la segunda dosis.
"Hemos trabajado juntos para la distribución de alimentos y tenemos el espacio", explicó el P. Espino, refiriéndose al comisionado García. "Estamos ofreciendo esto para la comunidad. No es un evento parroquial. Es para ayudar a la comunidad".
Pero sí envió un correo electrónico a todos sus feligreses mayores de 65 años, instándoles a que hagan una cita.
"Estoy instando a la gente a que se vacune lo antes posible", dijo el P. Espino, quien no lo podrá hacer hasta que cumpla los 65 años en abril. Pero los sacerdotes jubilados de la Archidiócesis y los mayores de 65 años ya lo han hecho, al igual que el Arzobispo Wenski.
"No hay absolutamente ninguna objeción moral", dijo el P. Espino, citando al P. Alfred Cioffi, teólogo moral residente de la Archidiócesis.
Dos antiguos feligreses de San Lázaro, Elizabeth y Dagoberto Rodríguez no tuvieron reparos en vacunarse.
"Nosotros queríamos ponérnosla", dijo Elizabeth, de 75 años.
"Ya a esta edad, si hay algún problema, no me importa", dijo Dagoberto, de 79 años.
La pareja, feligreses de San Lázaro desde su fundación, ha permanecido prácticamente en cuarentena durante los últimos nueve meses, saliendo sólo para lo esencial y asistiendo a Misa en persona sólo los viernes, cuando hay menos gente. Es una sugerencia que el P. Espino da a los feligreses que desconfían de estar en espacios concurridos.
Después de vacunarse sin siquiera hacer una mueca de dolor, Elizabeth dijo: "Ni me enteré".