By Ana Rodriguez Soto - The Archdiocese of Miami
Photography: ANA RODRIGUEZ-SOTO | FC
MIAMI | Participantes pasados, presentes y futuros en la historia de la Arquidiócesis de Miami se reunieron el 7 de octubre de 2023 en la Catedral de St. Mary para celebrar su 65 aniversario.
La celebración fue la primera de las tres que tendrán lugar este año. En un servicio de vísperas programado para el 22 de octubre, el Arzobispo Thomas Wenski entregaría broches del Jubileo a dos personas de cada parroquia, y distinciones arquidiocesanas y papales a otras tantas. El 11 de noviembre, alrededor de 1,000 personas festejarán al ritmo de Earth, Wind & Fire, al tiempo que recaudan al menos $3 millones para la educación católica.
Pero primero vino la Misa, en la que el Arzobispo Wenski recordó a algunos de los “grandes hombres y mujeres de la Iglesia, quienes, con gran amor por Jesucristo y celo por las almas, se consumieron en el servicio de esta viña del Señor que es la Arquidiócesis de Miami”.
Mencionó a sus predecesores fallecidos: el Arzobispo fundador, Coleman Carroll, y el segundo Arzobispo, Edward McCarthy; a sacerdotes como el Obispo Agustín Román, Monseñor Bryan O. Walsh, Mons. Emilio Vallina y Mons. Noel Fogarty; laicos como Athalie Range, el juez Clyde Atkins y el doctor Ben Sheppard; y religiosas como la Hna. Lucia Ceccotti, del Marian Center, y la Hna. Marie Schramko, de la escuela secundaria de Cardinal Gibbons. Todos han partido a recibir su recompensa celestial.
“Así pues, recordamos el pasado con gratitud. Al mismo tiempo, acogemos el presente con entusiasmo”, dijo el Arzobispo, al señalar la reciente dedicación de la nueva iglesia de St. Agnes, en Key Biscayne; la reapertura de la escuela de St. Malachy, en Tamarac; la apertura de la escuela secundaria de Cristo Rey, en Miami; y la ampliación de la escuela secundaria de la basílica de St. Mary Star of the Sea, en Key West.
En cuanto al futuro, “tenemos motivos para confiar”, afirmó, al mencionar a los Siervos de los Corazones Traspasados de Jesús y María, una creciente comunidad religiosa de hombres y mujeres fundada aquí en Miami, y a los 60 seminaristas que estudian para la Arquidiócesis en tres seminarios locales: St. John Vianney en Miami, Redemptoris Mater en Hialeah, y St. Vincent de Paul en Boynton Beach.
Pero no todo en los últimos 65 años ha sido bueno, observó el Arzobispo.
“Y por eso, rogamos a Dios que nos perdone por esas sombras, nuestros pecados de comisión y omisión”, mientras reconocemos que “la gracia de Dios ha brillado más que cualquier desgracia de nuestra parte”, declaró el Arzobispo Wenski. “Expresamos nuestro agradecimiento con gran humildad, porque Dios siempre nos trata mejor de lo que merecemos”.
TESTIMONIO DE ESPERANZA
El Arzobispo exhortó a todos los presentes a utilizar sus dones y talentos “para llegar a los demás a nuestro alrededor” y cumplir con el llamado cristiano de ser “discípulos misioneros”.
“En un mundo de paz frágil y promesas rotas, debemos dar testimonio de la esperanza, la esperanza que no defrauda y que tiene un rostro humano: Jesucristo”, declaró.
Los católicos lo hacen a través de los diversos ministerios parroquiales y movimientos apostólicos y eclesiales, apuntó, así como al comprometerse “a ser una comunidad reconciliada y reconciliadora de fe, esperanza y amor”, que proclama la Buena Nueva de Dios “a través de nuestras acciones cotidianas y nuestro ejemplo”.
Mariana O’Naghten, Dama de la Asociación Cubana de la Orden de Malta que participó en la Misa, expresó que esa es, precisamente, la misión que se requiere de los católicos del Sur de La Florida, especialmente en un mundo pospandémico donde los “nones” superan en número a los adherentes religiosos, y mucha gente parece haberse alejado de la práctica de la fe.
“Estamos llamados a ser discípulos misioneros y a evangelizar a esos católicos para que regresen a casa. Me parece que esa es la nueva misión de la Iglesia”, dijo O’Naghten, quien ha vivido en la Arquidiócesis de Miami la mayor parte de su vida.
En comparación, Diego Vallina es un recién llegado, pues sólo ha vivido en el Sur de La Florida 20 de sus 25 años. Pero también es el futuro al que se refirió el Arzobispo Wenski: un seminarista en la recién creada etapa “propedéutica”, o preliminar, de capacitación en el seminario de St. John Vianney.
“Veo cosas buenas [en el futuro], especialmente con el nuevo programa del seminario”, señaló. Pero discrepó un poco con que se le considerara el futuro de la Iglesia. “Cristo es el futuro, por supuesto. Estamos aquí para llevar a la gente hacia Él, y Él está aquí para cambiar sus corazones”, expresó Vallina.
El abogado Patrick Fitzgerald es parte tanto del presente como del pasado de la Arquidiócesis. Su bufete representa a la Iglesia legalmente, como lo hizo su padre antes que él desde la época del Arzobispo Carroll. De hecho, la primera tarea de Fitzgerald tras finalizar sus estudios de derecho en 1977, fue liquidar la herencia del Arzobispo Carroll, quien había fallecido dos semanas antes.
“El Arzobispo dijo cuál es el futuro: los seminaristas. El sacerdocio es el alma de la Iglesia”, declaró Fitzgerald, quien también es Caballero de San Gregorio, un honor conferido por el Vaticano.
UNA GRAN ESPERANZA
Con la sabiduría adquirida a lo largo de muchos años de trabajo, expresó una “gran” esperanza en el futuro de la Iglesia en Miami. “El Espíritu Santo continuará, se encargará de todo. Mi trabajo es no estropearlo”, observó Fitzgerald.
El P. Rafael Capó, vicepresidente de Misión de la universidad de St. Thomas, fue uno entre las tres docenas de sacerdotes, junto con cuatro obispos, que concelebraron la Misa. Ha trabajado en Miami durante los últimos 12 años, pero ha pasado gran parte de ese tiempo de visita en otras diócesis, tanto mientras ejercía como director de la Oficina Regional del Sureste para Hispanos, de los Obispos de los Estados Unidos —mejor conocida como SEPI, el Instituto Pastoral del Sureste— y, en fechas más recientes, como Misionero Pontificio de la Misericordia y Predicador Nacional para el Avivamiento Eucarístico de los Estados Unidos.
“Yo veo a Miami como una iglesia joven y vibrante, llena de esperanza”, declaró. Mientras otras diócesis parecen cerrar o menguar, Miami crece.
“La Iglesia [aquí] está que arde”, afirmó, al llamarla “una cuna de vitalidad”, con jóvenes comprometidos y muchos programas, movimientos apostólicos y ministerios. “Todo está ocurriendo aquí”.
Añadió que gran parte de eso se debe a las aportaciones de los numerosos grupos nacionales y culturales que pueblan el Sur de La Florida, que es otra de las cosas que hace la Iglesia de Miami: tender puentes.
“Puentes hacia América Latina, puentes hacia las culturas, puentes hacia las diferentes realidades de la Iglesia”, declaró el P. Capó. “La Iglesia está llamada a tender puentes, y nosotros damos ejemplo de cómo hacerlo”.