By Tom Tracy - Florida Catholic
SURFSIDE | Unos pocos y muy intensos recuerdos del derrumbe del edificio de Surfside en 2021 permanecen grabados en la memoria de un sacerdote capellán del Departamento de la Policía de Miami-Dade.
Entre ellos, permanecer en pie y observar cómo los equipos de rescate excavaban entre la pila de escombros tras aquel suceso del 24 de junio cerca de Miami Beach, y recuperaban los restos de los fallecidos, a menudo ocultos bajo colchones aplastados.
Champlain Towers South era un edificio de apartamentos de 12 plantas frente a la playa completado en 1981, cuyo colapso en 12 segundos es aún objeto de investigación, aunque la erosión del agua, el mantenimiento deficiente y los defectos de diseño originales parecen haber contribuido a ello.
Pero un sacerdote capellán no olvidará cuando las autoridades municipales enviaron en autobús a los ansiosos familiares y sobrevivientes para que pudieran ver de cerca "la pila" y pasaran unos momentos de silencio pocos días después del derrumbe que cobró 98 almas. Sus nombres se han inscrito de manera provisional en un cartel conmemorativo colocado en una valla que rodea el lugar de la demolición, aún vacío.
"Uno de los momentos más impactantes de toda la tragedia, e importante para los capellanes, fue cuando permitieron a los familiares visitar el lugar. Yo estaba allí, de pie, vestido de clérigo, como sacerdote, y observaba a la gente que venía de los autobuses", contó el Padre Elvis González, capellán del Departamento de la Policía de la Ciudad de Miami y párroco de la iglesia de St. Michael the Archangel, en Miami.
"La gente, incluso los que no eran católicos, se detenían y me pedían que orara por sus familiares, y decían que sus seres amados estaban enterrados allí", recordó el Padre González, quien fue llamado al lugar por el Departamento de la Policía a las 24 horas del derrumbe.
En el transcurso de los días y las semanas siguientes, el Padre González y otros capellanes católicos, miembros del clero, voluntarios y personal de Caridades Católicas de Miami, ofrecieron una presencia regular para los trabajadores de rescate, los familiares sobrevivientes, e incluso el numeroso personal de los medios de comunicación presentes para cubrir la tragedia.
El Departamento de Comunicaciones de la Arquidiócesis también ayudó a orquestar equipos adicionales de sacerdotes y voluntarios para que desempeñaran otras funciones en Surfside, como ofrecer apoyo al personal pastoral de la parroquia de St. Joseph, que se encuentra a sólo una manzana de Champlain Towers South.
"Participé desde el primer día. Me llamaron del Departamento de la Policía de la Ciudad de Miami, que buscaba capellanes bilingües", explicó el Padre González, y añadió que después realizaría visitas pastorales a una de las familias católicas en duelo que perdió a varios miembros. También participó en sus Misas fúnebres.
Muchos de los católicos fallecidos en Surfside eran miembros no sólo de la parroquia cercana de St. Joseph, sino de otras parroquias del área.
CONSOLACIÓN
"Lo recordaba como si fuera ayer", afirmó el Padre González, y añadió que, aunque se reunió con varias familias en el centro de reunificación familiar de Surfside, el verdadero apoyo y el sufrimiento se produjeron en las habitaciones de un hotel cercano, donde la ciudad ofreció a las familias en duelo un lugar para dormir.
"Estaban realmente necesitados de consolación y oraciones", dijo el sacerdote, al añadir que todavía se mantiene en contacto con algunos miembros de la familia.
Durante esos días hubo otras tareas importantes, como ofrecer su presencia amistosa a los distintos equipos de rescate —muchos de los cuales habían llegado desde otros estados y países— y ser un elemento de calma cuando se desataban las tensiones y emociones entre las autoridades civiles, los equipos de rescate y las fuerzas del orden, todos ellos deseosos de recuperar a los sobrevivientes o a los fallecidos.
"Otro momento muy impactante fue estar allí en la noche que descubrieron el cuerpo de la niña que era hija de un bombero que también perdió a su esposa en la tragedia", manifestó el Padre González.
El descubrimiento de esos cuerpos provocó una pausa momentánea en las labores de rescate.
"Fue muy impresionante ver a todos estos hombres y mujeres uniéndose por el bombero que perdió a su hija y a su esposa. Cada vez que encontraban un cuerpo, los trabajadores se detenían. Esta gente realmente tenía un sentido de la dignidad", aseguró.
BOMBEROS
Otro sacerdote de Miami llamado a servir fue bombero del condado de Miami-Dade durante 21 años antes de entrar en el seminario y convertirse en sacerdote: el Padre Elkin Sierra, ahora vicario parroquial de la iglesia de St. Louis, en Pinecrest. Todavía conoce a muchos de los bomberos de la zona que trabajaron en turnos de 12 horas y durmieron en un campamento improvisado cerca de la pila de escombros.
El Padre Sierra tuvo experiencia con la Fuerza de Tareas 1, del Cuerpo de Bomberos de Miami-Dade, tras el derrumbe de un edificio en Puerto Rico hace unos años. "Como sacerdote, pensaba en quienes necesitarían apoyo, incluidos los familiares y amigos de los desaparecidos. Me puse en contacto con la capellanía del Departamento de Bomberos del condado, y me invitaron a que viniera y me reuniera con las cuadrillas. También fui a donde se reunían las familias", compartió.
"La mayoría de los bomberos me conoce; se alegraron de verme. No fui con más frecuencia debido a nuestras ocupaciones en mi parroquia, pero iba cada día o dos, o tres veces a la semana durante algunas horas", dijo el Padre Sierra.
Se unió al Padre Christopher Marino, capellán oficial del Cuerpo de Bomberos de Miami-Dade, para concentrarse en las necesidades espirituales de los bomberos.
"Como nuevo sacerdote que responde a algo de tal magnitud, me agradó mucho la acogida a un sacerdote católico por parte de las familias y los socorristas, para un ministerio de fe en medio de ellos", añadió el Padre Sierra.
También estuvo presente cuando buscaban el cuerpo de la hija del bombero de Miami.
"No estaba amargado ni enojado. Estaba abierto a la oración, sin resentimientos", indicó. Y después de las oraciones, le dijo a su equipo: "Recuerden, mi hija está enterrada en algún lugar de esa pila, pero no es la única. Continuamos la búsqueda de todos, no sólo de mi hija".
MEDIOS DE COMUNICACIÓN
El Padre Ryan Saunders, recién nombrado sacerdote secretario del Arzobispo Thomas Wenski; el Padre Andrew Tomonto, vicario parroquial de la iglesia de Little Flower en Coral Gables; y el Padre Matthew Gómez, director de vocaciones de la Arquidiócesis, estuvieron presentes para orar con los rescatistas, y también para ofrecer una presencia alentadora en el campamento de los medios de comunicación internacionales, que se multiplicaron prácticamente de la noche a la mañana.
"Nos percatamos de cuánto se afectan los miembros de los medios de comunicación al informar sobre estos incidentes día tras día. A lo largo de los años, he tenido amistades de los medios de comunicación que se han acercado para hablar y desahogar las emociones que les producen esas historias", compartió el Padre Saunders.
También hubo oportunidades para la interacción con los sobrevivientes en el centro de reunificación familiar.
"Cuando estás en un salón y llevas puesto un cuello (romano), la gente te busca", dijo el Padre Saunders. "Había un señor sentado solo, y al preguntarle cómo estaba, se echó a llorar. Se tranquilizó y me dijo que había salido (de Champlain Towers) justo a tiempo, pero que lo había perdido todo: su apartamento, sus pertenencias, y ni siquiera tenía una identificación".
En aquel centro de reunificación familiar, las agencias estatales y locales de respuesta a las emergencias ofrecieron varios servicios, como la reposición de las identificaciones y los permisos de conducir. "Se aferraba a su identificación y decía que esto era un nuevo comienzo", dijo el Padre Saunders.
FUNERALES
Luego vinieron los funerales. Según el Padre Saunders, la parroquia de Epiphany, en el sur de Miami, realizó un total de cinco funerales relacionados con la tragedia, incluido un funeral para dos miembros de una familia. Recordó cómo le impactó "el hecho de que este suceso, en esta pequeña ciudad, tuviera repercusiones en todo el condado".
Algunos de los miembros de Epiphany también sufrieron el síndrome del sobreviviente porque estuvieron a punto de asistir a un evento social aquella noche en Champlain Towers.
Añadió que, a medida que se producen más crisis de esta índole en nuestra comunidad, "todos debemos ser capaces de intervenir en cualquier momento para atender a las personas a las que servimos".
El Padre Tomonto llegó a la zona cero de Surfside una semana después del desastre, y encontró al personal de los medios de comunicación cansado y apesadumbrado, agotado por la cobertura continua que cautivó al mundo el verano pasado.
"Pudimos darnos cuenta de que algunas de estas personas de los medios de comunicación estaban a punto de una crisis, y hablamos con un buen número de ellas en medio de esa tensión increíble", relató. "Uno de mis feligreses trabaja en las noticias de la CBS en Miami; estábamos por allí cuando los primeros socorristas salían de la pila, y hablamos con un buen número de bomberos y rescatistas que salían llenos de polvo".
IGLESIA MÁS CERCANA
La comunidad de la parroquia cercana de St. Joseph, dirigida por el Padre Juan Sosa, fue una de las más afectadas, y la responsable de realizar el mayor número de funerales tras la tragedia. Dos días después del derrumbe, la parroquia también realizó una vigilia de oración y adoración eucarística, que incluyó un rosario a pie hasta el "muro conmemorativo" provisional.
Desde entonces se ha erigido un nuevo muro conmemorativo. Pero líderes cívicos de la zona y las familias de los sobrevivientes desarrollan planes para un monumento permanente.
El desastre de Champlain Towers marcó un inicio lúgubre para la temporada de verano del año pasado en Miami Beach.
"Por otro lado, cuando ocurre algo así, se produce una cierta movilización. La gente se acerca a Dios, y está dispuesta a hablar, aunque no asistan habitualmente a la iglesia", afirmó el Padre Tomonto.
El pasado mes de mayo, un acuerdo legal preliminar tuvo como resultado un fondo de casi 1,000 millones de dólares que se distribuirá entre las familias que perdieron a sus seres amados en el derrumbe. También se repartirán 96 millones de dólares entre los propietarios como compensación por su pérdida.
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