By Tom Tracy - Florida Catholic
LA HABANA | Por algún motivo es difícil creer que haya pasado medio siglo desde que los estudiantes caminaban por el campus de Santo Tomas de Villanueva, o desde que se celebraba la Misa en la capilla estudiantil.
Situado en la frondosa zona de la Playa de Marianao, en La Habana, la majestuosa fachada de la capilla se ve razonablemente intacta, clásica y digna. Un cartel aquí, otro allá, en las puertas exteriores, anuncian la histórica visita a Cuba en el 2015 del Papa Francisco.
Pero también está la cuestión del techo de madera de la capilla de Santo Tomás: casi no existe; se derrumbó debido a los daños ocasionados por el clima y por el abandono durante décadas, desde que la revolución cubana expulsó a la Iglesia y reutilizaron el campus como un centro de formación profesional.
En el transcurso de los años, la capilla fue utilizada por el régimen de Castro como un almacén, y, como un triste y viejo depósito cerca de un camino rural, todavía alberga algunas maderas apiladas aquí y allá. La mayor parte de la capilla está vacía, descolorida y con manchas de agua.
Los bancos y el resto del mobiliario de la capilla, al parecer están almacenados en algún lugar, y las marcas de grafiti deterioran las paredes interiores.
Sólo el viejo altar �cuya posición es un indicio de que su diseño es anterior al Concilio Vaticano II� y las imágenes de los santos y otras obras de arte religioso, en lo alto y largo de los arcos, confirman que este lugar fue alguna vez una iglesia.
Afuera, en el amplio jardín del frente, Mons. Franklyn Casale, presidente de la Universidad St. Thomas de Miami �que ahora es una institución arquidiocesana, nacida del abrupto traslado de Santo Tomás a La Florida después de la revolución cubana� inspecciona los restos de una estatua de Santo Tomás de Villanueva.
A la estatua le falta la cabeza, y Mons. Casale escucha a un residente cubano del lugar, que explica el destino de la estatua y lo que pudo haberle sucedido a su cabeza. El hombre dice que pudo haber sido rota por algunos muchachos traviesos del lugar, que le lanzaron ladrillos o piedras; o lo más probable es que haya recibió un disparo como consecuencia de la revolución, una señal de que la religión ya no era bienvenida aquí.
Durante su visita, Mons. Casale estuvo acompañado de dos miembros de su personal y de un ex alumno de Miami que estudió en el antiguo campus de Cuba.
Hace varios años el gobierno cubano devolvió la propiedad de la capilla �pero no el campus� a la Iglesia cubana, y la peregrinación papal a La Habana patrocinada por la arquidiócesis permitió al grupo de Miami observar por primera vez el interior de la propiedad.
Los visitantes estudiaron la estructura de la capilla, y esperan que la Arquidiócesis de La Habana pueda restaurarla algún día para que funcione como iglesia. También tomaron fotos de la estatua, y discutieron la posibilidad de apoyar un proyecto de restauración de la misma, como un gesto de buena voluntad y un medio visible de conectar el campus de Miami con sus raíces en La Habana, en momentos en que St. Thomas se prepara para celebrar, en el 2016, su 70 aniversario.
La universidad, llamada originalmente de Santo Tomás de Villanueva, fue fundada en 1946 en La Habana por los agustinos establecidos en Estados Unidos con la ayuda de los agustinos europeos.
Cuando el gobierno de Castro expulsó a los agustinos de Cuba en 1961, varios de los agustinos estadounidenses se fueron a Miami y fundaron el Biscayne College.
La universidad empezó a ser patrocinada por la Arquidiócesis de Miami en 1988, confiriéndole a St. Thomas la distinción de ser la única universidad católica arquidiocesana en el sureste de los Estados Unidos.
Cuando obtuvo el estatus de universidad, se cambió el nombre de la institución a Universidad St. Thomas para reflejar su herencia cubana.
Mons. Casale, quien concelebró la Misa papal en La Habana el 20 de septiembre y había viajado a Cuba por la visita del Papa anterior, y en otras ocasiones, dijo que había visitado el viejo campus otras tres veces. Pero en esta visita pudo ver el interior de la capilla, que se encuentra detrás de una cerca cerrada.
La peregrinación papal del 2015 a Cuba es única, dijo el sacerdote, por varias razones.
“La nueva apertura (diplomática estadounidense) con Cuba, y con el Papa, que fue y sigue siendo parte responsable de esto, es algo significativo”, dijo Mons. Casale. “Que yo pueda ir a Cuba y visitar el sitio original de nuestra universidad, con nuestras raíces allí, y agregar a ello la visita del Papa, es muy emocionante”.
Irma Becerra-Fernández, que fue nombrada rectora de la Universidad St. Thomas el año pasado, también fue al viaje. Ella habló de la posibilidad de un mayor compromiso universitario académico con Cuba, especialmente si Cuba toma mayores medidas para privatizar o relajar su economía y fomentar el espíritu empresarial de los negocios locales.
“Estamos tratando de iniciar algunas colaboraciones con la Iglesia Católica de Cuba”, dijo. “Hay un gran interés en la iniciativa empresarial para los pequeños negocios, y hay otras necesidades educativas, por lo que vamos a ver cómo podemos colaborar con la Iglesia de Cuba para apoyarlos en sus necesidades. Hay una serie de conversaciones que se están desarrollando con los obispos”.
Añadió que “la Universidad Santo Tomás fue fundada en colaboración con las familias cubanas que dieron los fondos para comenzar la universidad, y fue la única universidad católica en la isla. Ayudaremos en todo lo que podamos. Es nuestra misión. Es nuestro deber”.