By Archbishop Thomas Wenski - The Archdiocese of Miami
La Semana de las Escuelas Católicas se celebrará en todo Estados Unidos y en la Arquidiócesis de Miami del 26 de enero al 1º de febrero.
Las escuelas católicas tienen un papel irreemplazable en la misión evangelizadora de la Iglesia. Nuestras escuelas católicas enseñan las tres “R”: lectura (reading), escritura (‘riting) y aritmética (‘rithmatic), y lo hacen muy bien, pero también nos enseñan una cuarta R: religión.
Tener fe es ver el mundo de una manera particular. Como católicos, creemos que recibimos el don de la fe en el bautismo, pero es un don que debe crecer y desarrollarse. Es por eso que estudiamos religión en el aula, porque la fe debe buscar la comprensión para iluminar nuestro camino en la vida. La fe necesita crecer en comprensión, pero también, para tener una fe clara, necesitamos crecer en nuestra relación con el Señor. Estamos convencidos de que todos los valores humanos encuentran su realización y unidad en Cristo. En Cristo se encuentra la plenitud de la verdad sobre el hombre y Dios.
Por eso, además de las clases de religión, las escuelas católicas tienen tiempo para la oración, para la Misa, para los retiros. También dedicamos tiempo a proyectos de servicio. Y por eso también tenemos un código de conducta que tanto profesores como estudiantes deben respetar, dentro y fuera del campus. Este código de conducta no es sólo un montón de reglas tontas que hacen la vida difícil. Más bien, nuestro código de conducta, la forma en que interactuamos unos con otros, ya sea como padres, profesores o estudiantes, se basa en nuestra fe, que, como dije, es una forma de ver el mundo y vivir en el mundo de una manera particular. Es el camino de Jesús, que nos dice que amemos a Dios con todo nuestro corazón, mente y alma, y que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado.
En las escuelas católicas, los estudiantes aprenden la verdad sobre sí mismos: aprenden que Dios los hizo para conocerlo, amarlo y servirlo en esta vida, para que puedan ser felices con Él para siempre en la vida venidera. ¿Cómo puede alguien decir que está educando a alguien acerca de la verdad, y sin embargo no ser capaz de hablar de Dios, de cuánto nos ama y de cómo el Hijo de Dios se hizo hombre para salvarnos, muriendo y resucitando por nosotros?
La historia de estos Estados Unidos sería incomprensible sin reconocer el papel de la fe, el papel de las comunidades de fe, en su fundación, así como en sus documentos fundacionales. Y, sin embargo, ¿cuán bien —y cuán justamente— se aborda este tema en nuestras escuelas seculares? ¿Cómo puede alguien decir que está educando a alguien acerca de la verdad, si no puede enseñar que existimos no sólo para esta vida, sino también para la próxima? No saber que fuimos creados para la eternidad es ser tan ignorante como no saber multiplicar fracciones.
En la enseñanza social católica, los padres son considerados los principales educadores de sus hijos y, por lo tanto, tienen el derecho de elegir cómo deben ser educados sus hijos. En La Florida y en unos 20 estados, los programas de becas patrocinados por el estado se han ampliado para permitir que los padres, como principales educadores de sus hijos, elijan para ellos una educación que respete los valores de su tradición de fe.
La ampliación de la elección para incluir a las escuelas católicas también remedia una injusticia histórica, debida a una interpretación errónea de la separación entre la Iglesia y el Estado que fue diseñada, deliberadamente, para discriminar a los padres católicos que optaban por enviar a sus hijos a escuelas católicas (cf. enmiendas Blaine).
Estas becas, como Step-Up, McKay y otras, otorgan a los padres un promedio de $8,000 por hijo para solicitar la admisión a la escuela de su elección. Además, la asistencia financiera basada en la necesidad, ofrecida por nuestras escuelas a las familias calificadas, ha ayudado a hacer de la educación católica una opción asequible para que los padres elijan.
El objetivo de la educación católica —y lo que hace que la educación católica sea una “buena nueva”— es el desarrollo de la persona en su totalidad. Al perseguir esta formación integral, que apunta a preparar a nuestros estudiantes para la vida —tanto esta vida como para la vida venidera— queremos que nuestros estudiantes se conviertan en santos.
Comments from readers