By Ana Rodriguez Soto - The Archdiocese of Miami
MIAMI GARDENS | La “mano de Dios” ha desempeñado un papel fundamental en la vida del escultor Roberto Pérez Crespo, a pesar de que creció sin saber casi nada de Dios, y menos sobre el arte.
Las obras de Pérez Crespo, nacido en Cuba, incluyen la estatua de Cristo en el exterior de la iglesia de St. Martha, en Miami Shores; el altar y el ambón de la iglesia de St. Dominic, y el santuario de Nuestra Señora de la Caridad, en Miami, y los 10 Mandamientos de gran tamaño en el exterior de la iglesia de St. Coleman, en Pompano Beach.
El artista ve la mano de Dios en todas partes: al animarle cuando está deprimido, fortaleciéndole para perseverar como artista cuando el trabajo y el dinero escasean; al gestionar su salida de Cuba y su llegada a los Estados Unidos; y al ayudarle a reunirse aquí con la esposa y la hija que había dejado atrás.
“Es que las casualidades no existen”, afirmó, al reflexionar sobre la jornada que le llevó hasta la Universidad de St. Thomas, donde algunas de sus obras, e imágenes de otras a mayor escala, se exponen desde el 26 de octubre de 2023.
La exposición, titulada con acierto “Las Manos de Cristo”, incluye la primera obra que realizó tras llegar a los EE. UU., que tituló “Perdón, Señor”. La escultura representa una mano de mármol blanco atravesada por un clavo de granito oscuro que se dobla hacia arriba al salir por la parte posterior del travesaño de granito igualmente oscuro, mientras un hilo de sangre roja —cola teñida— se escurre hacia abajo.
También es apropiada la ubicación de la exposición, en el Archivo y Museo Archbishop John C. Favalora, de la Universidad de St. Thomas, ya que la presentación de esa escultura por parte de Pérez Crespo al tercer Arzobispo de Miami en 2003 fue lo que ayudó a lanzar su carrera artística.
“Yo no estudié arte”, afirmó Pérez Crespo, porque no estuvo expuesto al mismo de niño. “Fui dando tumbos por la vida, por así decirlo, sin saber que existía el arte”.
Pero, a los 17 años, el asombro se apoderó de él cuando contempló la famosa escultura “Fuente de las Américas”, en la Quinta Avenida de La Habana. Se preguntó cómo alguien podía hacer eso con la piedra. Desde entonces, no se pudo deshacer del deseo de esculpir, de trabajar la piedra, y comenzó a tomar clases en Cuba a los 21 años de edad.
Pero era difícil encontrar mentores y material con el que trabajar. En varias ocasiones, intentó sin éxito salir de la isla, y llegó a pasar 48 horas en la cárcel tras ser detenido. Pero la mano de Dios se hizo patente cuando, 11 días después, se encontró inexplicablemente en un avión con destino a Portugal para participar en una feria de arte, algo que, en teoría, era imposible para alguien que había intentado huir del país.
Aprendió más en Portugal, donde trabajó en una cantera de mármol cortando piedra para otros artistas, antes de emprender el viaje a los Estados Unidos y llegar al Centro de Detención de la Avenida Krome. Allí conoció a un representante de los Servicios de Reasentamiento y Empleo para Refugiados, de Caridades Católicas, quien le ayudó a iniciar su nueva vida aquí. La gratitud por esa “mano tendida” de la Iglesia Católica le llevó a presentar aquella escultura al Arzobispo Favalora.
Pero los buenos tiempos no siguieron. Aceptó un trabajo a tiempo completo en el negocio de su hermano, donde hacía encimeras de granito y mármol, e intentaba ahorrar dinero para traer a su esposa y a su hija desde Cuba. A veces se desesperaba al pensar que no volvería a verlas. En un salto de fe, decidió dedicarse a la escultura a tiempo completo, y abrió su propia tienda, Designing Stone Corporation. Las comisiones llegaban, pero a duras penas.
Sin embargo, sus deseos poco a poco se fueron convirtiendo en realidad. En 2008, se reunió con su esposa y su hija (más tarde, tuvieron otra hija que nació aquí). Comenzó a recibir comisiones de iglesias, incluida la estatua de Cristo de tamaño natural en el exterior de St. Martha, que siempre había querido esculpir. Inspirado por las enormes esculturas de Cristo en Río de Janeiro y La Habana, había comprado un bloque de mármol de Carrara de 7 pies (2.13 metros) de altura —la misma piedra que esculpió Miguel Ángel— al intuir que una figura de Cristo surgiría del mismo.
Entonces, la ciudad de Hialeah comenzó a llamarle, y realizó varias obras para áreas públicas. En un momento dado, hizo una escultura entera en un parque público, para que la gente pudiera ver cómo trabaja un artista.
Esa es una de las razones por las que no dejó pasar la oportunidad de exponer en St. Thomas.
“Lo que más me gusta de esto, es que los muchachos lo pueden ver”, expresó, al recordar sus propios esfuerzos por hacer realidad su vocación. “Cuando naces con algo para el arte, eso no se cura; se intensifica con el tiempo. [El arte] llena espacios en el alma”.
También se alegra porque la exposición ayudará a que la gente se dé cuenta de que el arte que se ve en las iglesias, o en cualquier otro lugar, forma parte de una larga tradición histórica. “La gente no es consciente de que hay una persona real y viva” detrás de estas obras.
En cuanto a su experiencia, admite que ganarse la vida como artista sigue siendo difícil, pero “ya yo confío. Me dejo llevar por Dios. Ya no me preocupo”.
SI PLANEA ASISTIR
- QUE: Exposición “Las Manos de Cristo” de Roberto Pérez Crespo.
- CUANDO: Hasta el 6 de enero de 2024. Lunes a jueves, 10 a.m. – 6 p.m.; viernes 10 a.m. – 5 p.m. Sábados, con cita previa. Entrada gratuita.
- DONDE: Archivo y Museo Archbishop John C. Favalora, biblioteca de la Universidad de St. Thomas, 16401 N.W. 37th Ave., Miami Gardens, FL 33054.
- INFORMACIÓN: 305-628-6769, [email protected].