By Archbishop Thomas Wenski - The Archdiocese of Miami
El domingo de Pascua por la mañana, celebré la Misa con unos 50 menores no acompañados al cuidado de nuestras Caridades Católicas. Se encuentran entre las decenas de miles que han hecho el viaje desde Centroamérica a través de México hasta nuestra frontera sur. Estos niños son adolescentes, así que pensé que usaría una parábola para hablar sobre el significado de la resurrección de Jesús. Algunas personas sugirieron que esta parábola sería una buena columna ya que todavía estamos en la temporada de Pascua.
Había una vez un gusanito llamado Pancho. Y a Pancho no le gustaba nada de su vida de gusano. Pues la vida de un gusano no es “vida”, ya que pasa sus días en el fango y con mucho miedo, porque no sabe cuándo un pájaro le caerá encima para comérselo. Pancho entendió que había nacido para algo más que esa vida de gusano. Y miraba a las mariposas – con sus alitas bonitas que las llevaban hacia lo alto lejos del fango. Las mariposas eran libres – podían ir donde querían. Y soñaba poder un día ser como las mariposas. Los amiguitos de Pancho se burlaban por su afán por las mariposas, le decían: Pancho, olvídate de esto, eres gusano y morirás gusano. Uno de sus amiguitos le decía, si quieres, voy a comprarte unas alitas plásticas. Pégalas con un poquito de goma a tu espalda y lucirás como una mariposa. Esta idea no le convenció, pues con alas plásticas no podría escaparse del fango. Sería solamente mariposa en apariencia, pero seguiría siendo gusano y estaría todavía en el fango.
Un día alguien le dijo: mira, Pancho, tu sueño no es tan loco como tus amiguitos dicen. Puedes llegar a ser mariposa – pero para lograr esto, tienes que morir a la vida de gusano. Y es cierto, en la naturaleza, hay un tiempo que los gusanos hacen algo que parece como un nido, o mejor dicho como una tumba. Entran y se encierran en el nido, y luego, pasados los días, salen de ese nido-tumba como una mariposa.
Nosotros los cristianos fuimos bautizados un día, y en el día de nuestro bautismo morimos con Cristo para que pudiéramos resucitar con él a una nueva vida. Fuimos creados por Dios para más que morir un día; fuimos creados por Dios para más que vivir en el fango pasando nuestros días con miedo.
Así, hoy celebramos el hecho que Cristo nos da una nueva vida por su cruz y resurrección. Cristo nos da una nueva vida: esta vida es a la vez un don y una tarea.
Somos más que gusanos, somos mariposas – pero tenemos que aceptar morir a la vida de gusano: o sea, tenemos que morir al egoísmo para que podamos vivir para los demás. Tenemos que morir al pecado que es como fango que nos ensucia. El Señor Resucitado nos dice: Que no tengan miedo. La paz esté con ustedes. La paz es el regalo que el Resucitado nos da, y esa paz hace posible que seamos libres de verdad.
¡Pero, ojo! No podemos contentarnos con unas alitas plásticas – o sea, no podemos ser cristianos solamente por apariencias. Por eso, hace falta que nos convirtamos al Señor dejando atrás la vida del gusano. Esto es lo quieren decir nuestras promesas bautismales. Hoy vamos a renovar estas promesas – de rechazar a Satanás que quiere que sigamos viviendo en el fango y con miedo.
Hoy es una fiesta que nos renueva la esperanza. No tengan miedo. Como Pancho, ustedes saben que Dios les ha creado para más que la miseria, más que la violencia, más que la avaricia. Dios les ha creado para que vivan en dignidad, para que vivan en libertad.
Sus travesías a lo mejor han sido como una vía dolorosa, como la de Cristo hacia el calvario. No digo que no habrá dificultades por delante. Solo sepan que Dios está con ustedes. Con la paz que Cristo nos da, vivan como hijos de Dios, sigan el ejemplo de su hermano mayor, que es Jesucristo: así serán más bellos y más libres que las mariposas.
¡Aleluya!