By Toni Pallatto - Florida Catholic

MIAMI | Justo cuando pensaba que regresaría a las Filipinas, el P. Ferdinand Santos recibió una llamada del Arzobispo Thomas Wenski: ¿Consideraría servir como rector del Seminario St. John Vianney?

Por supuesto, dijo que sí, y ha estado trabajando desde junio de 2017. Después de todo, había estado enseñando en St. John Vianney desde 2007, después de recibir otra llamada. Esa vez fue de un antiguo compañero de clases de American College de  Catholic University de Lovaina, en Bélgica, el P. Robert Vallee, que enseña en St. John Vianney, quien le pidió al P. Santos que reemplazara a otro profesor que se había enfermado.

Ordenado en su Manila natal hace 21 años por el Cardenal Jaime Sin, el P. Santos es el mayor de seis hijos, cuatro varones y dos mujeres. Su hogar era devotamente católico.

"Habían sacerdotes que cenaban regularmente en nuestra casa. Yo quería ser como ellos", recordó el P. Santos.

Sus padres son profesores, y él también quería seguir una carrera académica dentro del sacerdocio. "El Papa Benedicto XVI y San Juan Pablo II lo hicieron", señaló el P. Santos.

En 2003, se le concedió un permiso para viajar a Providence College, en Rhode Island, donde enseñó teología y filosofía de 2003 a 2007. Así es como llegó a los Estados Unidos.

Pero ha estado involucrado en el trabajo del seminario desde sus primeros días en el sacerdocio. Ha enseñado filosofía en la Universidad De La Salle, en Manila; en la Universidad Ateneo, de Manila; y en el Seminario de la Inmaculada Concepción, en Bulacan, Filipinas. Además de enseñar, también fue decano de estudiantes, director de formación humana y pastoral y director espiritual en el Seminario Mayor de San Carlos, en Manila, y director de vocaciones de la Arquidiócesis de Manila.

Ve su papel en St. John Vianney como el continuar "desarrollando vocaciones y construyendo el sacerdocio de Dios".

En un plano más práctico, el seminario celebra este año su 60 aniversario "y hay mucho trabajo y reparaciones que hacer", señaló.

Pero el trabajo en el seminario no es sólo responsabilidad de los sacerdotes. "Quiero llegar a la comunidad en general para obtener conexiones, apoyo y oraciones para continuar con este legado", dijo.

Un paso para lograrlo es el lanzamiento este año académico de "nuestra universidad digital, tanto para seminaristas como para laicos". El programa por internet ofrecerá maestrías y licenciaturas en filosofía totalmente acreditadas.

Es la primera vez en un seminario. St. John Vianney es el primer seminario y más antiguo de La Florida. Es el único seminario universitario bilingüe del país, con clases que se imparten — y estudiantes que aprenden — tanto en inglés como en español. Y ahora es el único seminario universitario independiente en los Estados Unidos que ofrece títulos por internet totalmente acreditados.

Según un comunicado de prensa, el programa por internet permite a St. John Vianney "posicionarse mejor como instrumento de evangelización" al mismo tiempo llega a toda la comunidad de fe. También está en consonancia con el desafío del Papa Francisco de crear "discípulos misioneros" que "salgan" a las "periferias existenciales" de la edad moderna.

El P. Santos también es autor de libros, su séptimo libro se titula, "Viaje al Corazón de Cristo, una guía para navegar las Aguas de la Vida del Seminario".

Pero no es un sacerdote de los que trabajan sin descanso. Describe su gusto musical como "ecléctico. Me gusta el heavy metal cuando hago ejercicios en el gimnasio, pero otras veces me gustan los clásicos, los cantos gregorianos y el pop".

Conocerlo disipa en gran medida lo que él considera un estereotipo sacerdotal que debe ser descartado: "Que un sacerdote es hosco, cascarrabias y malhumorado, cuando en realidad, la mayoría de nosotros somos extrovertidos y amigables".

Al preguntarle sobre la persona que más admira, el P. Santos contó esta historia:

"Cuando estaba en Filipinas, recién ordenado, conocí a Lauren, una maestra de escuela. Tenía un don especial para establecer contactos y llevar a los más pobres a los sacerdotes.  Me hizo conocer a una joven llamada Marina que vivía en los barrios bajos.  Marina necesitaba tres reemplazos de válvulas cardíacas que costarían 18 mil dólares. Lauren vino a mí, pidiéndome que juntara los 18 mil dólares.

"Me quedé estupefacto, pero Lauren dijo que fuera creativo y que me acerque a mis amigos y familiares. Envié un correo electrónico a mis compañeros de clase en los Estados Unidos y Europa. En una semana, alcanzamos la meta de 18 mil dólares.

"Vi esto como un milagro porque me cambió. Vi cómo Dios cierra la brecha entre los seres humanos".