By Jim Davis - Florida Catholic
MIAMI GARDENS | El próximo presidente de la Universidad St. Thomas tiene mucho que ver y escuchar antes de asumir su cargo el 1� de agosto. Pero ya hay dos cosas que rechaza: que digan que St. Thomas es “el secreto mejor guardado” y que “siempre lo hemos hecho así”.
Con esas y otras declaraciones en una reunión reciente en el recinto, David A. Armstrong le avisó a la universidad arquidiocesana que se prepare para los cambios.
“Si dicen que somos el secreto mejor guardado, ya estamos desapareciendo”, manifestó ante una audiencia de unas 150 personas, en su mayoría miembros del personal y el profesorado, durante una reunión abierta y de preguntas y respuestas realizada el 4 de junio. En cuanto al segundo dicho prohibido, dijo que “debemos estar abiertos al cambio”.
No es que Armstrong careciera de elogios para su nuevo trabajo y sede. Expresó admiración por Miami-Dade como un mercado en expansión, con una población creciente y diversa. También elogió la Facultad de Leyes, los deportes, la postura basada en la Fe y, según dijo, St. Thomas es una de las únicas 10 universidades diocesanas en los Estados Unidos.
Por su parte, la audiencia dio la bienvenida a su nuevo timonel, y escuchó con atención e hizo preguntas. Michelle Murch, estudiante de administración deportiva, le presentó a Armstrong la mascota de la universidad, el lince STU, y una camiseta de color azul oscuro que decía: “#Bleed STU Blue”.
Tras la reunión, personal del departamento de deportes se agrupó para hablar con Armstrong, miembro fundador del Salón de la Fama del Atletismo en su alma mater, la universidad de Mercyhurst en Erie, Pennsylvania.
Sin embargo, el discurso de Armstrong tenía un sentido de urgencia. Dijo que las universidades y centros de educación más pequeños, en especial los religiosos como St. Thomas, se hallan exprimidos entre el aumento del secularismo y la reducción de fondos.
“Por primera vez en la historia, la educación superior se encuentra atacada”, manifestó. “Es nuestra responsabilidad decirles a los políticos que vale la pena una inversión”.
Los graduados también deben donar más, declaró Armstrong durante una sesión de preguntas y respuestas. “Losex alumnos tienen que retribuir”, indicó. “Si en St. Thomas graduamos personas sin una actitud de gratitud, habremos fracasado”.
Satisfacer las necesidades nacionales
Sostuvo que instituciones como la universidad de St. Thomas (STU) son vitales para la vida nacional. Al citar el libro de Josh Charles, “Liberty’s Secrets: The Lost Wisdom of America’s Founders (Los Secretos de la Libertad: La Sabiduría Perdida de los Fundadores de los Estados Unidos de América), publicado en 2015, dijo que una “república autónoma” requiere conocimiento y virtud.
“Los fundadores fueron las personas más educadas en establecer un país”, aseguró Armstrong.
En STU, prometió centrarse en el reclutamiento, las finanzas y la calidad de la enseñanza. Prometió establecer “el mejor departamento de matrículas en la región... todo lo que hacemos es sobre matrículas. Ese es el pan nuestro de cada día”.
Armstrong dijo que obtendría recursos mediante alianzas con empresas e instituciones, como lo hizo con la Universidad Thomas More, una institución católica de artes liberales perteneciente a la diócesis de Covington, Kentucky, de la que fue presidente desde 2013. Indicó que algunos de los ingresos serán utilizados para ayuda económica estudiantil.
“Nunca he pedido dinero”, aseguró. “Acudo a alguien, le cuento mi idea, y le convenzo para que invierta en ella”. Uno de los objetivos planteados fue el de anunciar un programa especial, una innovación o una actividad cada 30 días. Pero aclaró también que algunos cursos y programas se pueden eliminar.
“No podemos ser grandes en todo”, dijo. “Me encanta la innovación. Pero tenemos que enfocarnos en lo que hacemos bien.”
Cuando le preguntaron cómo dividiría los recursos, Armstrong mencionó lo que llamó el “pastel de la austeridad”. Explicó que, en tiempos difíciles, cada departamento se aferra a su propia porción. Según su idea, cada grupo devolvería su porción para que él pueda desarrollar más recursos y, de esa manera, aumentar el tamaño del pastel para todos.
Pero dijo que no haría planes por su cuenta. Al contrario: hizo un anuncio que bien pudo haber hecho palidecer a sus asistentes. “Quiero conocerlos a todos ustedes”.
Explicó que quiere una reunión de 30 a 45 minutos con cada miembro del personal y la facultad, una tarea considerable para un total de 344 personas a tiempo completo y 18 a tiempo parcial.
¿Una pregunta de San Pedro?
Es evidente que quiere aprovechar la experiencia de su desempeño en la Universidad Thomas More. Durante sus cinco años allí, regeneró fondos y matrículas. También estableció asociaciones con corporaciones y acuerdos con otras instituciones para crear nuevos programas académicos.
En STU, sucede a Mons. Franklyn M. Casale, quien anunció su retiro el año pasado, pero permaneció hasta que un comité de selección encontrara a un nuevo presidente. A diferencia de su predecesor, formado en teología, Armstrong tiene una licenciatura en contabilidad y ciencias políticas de Mercyhurst. También tiene un doctorado en Derecho de la Facultad de Derecho de Cleveland-Marshall, en su ciudad natal de Cleveland.
Durante una entrevista, sin embargo, Armstrong dijo que él y Mons. Casale se conocen desde enero de 2014, a través de la Association of Catholic Colleges and Universities (Asociación de Universidades Católicas), cuya junta ejecutiva Mons. Casale preside en la actualidad.
“Congeniamos desde el principio, y él se convirtió en mi mentor”, dijo Armstrong.
Explicó que incluso había investigado hace años a STU y admiraba la institución. “Me pareció un gran lugar a donde ir algún día”, añadió.
Finalizó su reunión abierta con una cita de William T. Robinson, un importante abogado y ex alumno de St. Thomas College: “¿Cómo marcamos una diferencia en las vidas de aquellos a quienes tenemos el privilegio de servir?” Armstrong comentó: “Creo que eso es lo que San Pedro nos pedirá al llegar a las puertas del cielo. Nos conviene estar preparados para responder esa pregunta”. Las reacciones iniciales de los presentes fueron optimistas.
“Fue emocionante”, dijo Gloria Peláez, decana asistente. “Espero probar cosas nuevas y tomar decisiones audaces”.
Andrej Milica, director adjunto de admisiones de la Facultad de Derecho de STU, celebró la preparación legal de Armstrong. “Es maravilloso tener un presidente que entiende el mercado jurídico. Él ayudará a que la escuela se encamine en la dirección correcta”.
Richard Pulido, director adjunto de licenciatura en el Student Success Center (Centro para el Éxito Estudiantil) de STU, añadió: “Me alienta mucho ver su compromiso con la identidad católica de la universidad, a la vez que nos desafía a seguir adelante en áreas como las asociaciones, y evitar convertirnos en un secreto bien guardado”.
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