By Dianelys Rodriguez -
MIAMI | A sala llena, alrededor de quinientas personas se reunieron en el Renaissance Ballroom, en Coral Gables, el jueves 5 de marzo, para homenajear y agradecer a los compositores cubanos Rogelio Zelada, Tony Rubí, el P. Juan Sosa y el ya fallecido Roger Hernández, por su valiosa contribución a la liturgia y la evangelización de nuestra Iglesia a través de la música.
Con una elegante y emotiva cena-concierto organizada por las Hijas dela Caridad, representadas por Sor Inés Espinosa, superiora de la orden en Miami, y la cantante Ana Lourdes Martínez, el reconocimiento a los autores de canciones tan conocidas como “Yo te lo ofrezco” o “Una luz en la oscuridad”, tuvo además el propósito de recaudar fondos para un nuevo proyecto de las Hijas de la Caridad, Casa María del Caminante.
“Ante la necesidad de las Hermanas de la Caridad, fue como providencia divina la idea de celebrar la obra de estos compositores tan importantes, que surgieron en la misma época y han dejado una huella significativa dentro de la música para la liturgia. Sus canciones son cantadas en toda Latinoamérica, no solamente en Cuba y en Estados Unidos”, dijo Ana Lourdes Martínez, feliz por la respuesta de los invitados al evento.
La música litúrgica posee una serie de características diferentes a otras composiciones religiosas: aunque aborda temas cercanos al Evangelio es siempre comunitaria, no habla de sentimientos personales, sino más bien dela experiencia común durante el servicio dentro de la misa.
La canción litúrgica tiene estructura y convocatoria de asamblea eclesial, el trasfondo es bíblico, cantable, con una letra poética y un gran sentido de espiritualidad, para que la comunidad la sienta y la asuma como propia dentro de su acervo cultural religioso.
Dos de los compositores reconocidos en esta gran cena le dijeron a La Voz Católica cómo les llegó la inspiración, o la necesidad de escribir textos y música con estas características.
“Cuando estaba en Cuba, en los años70, el arzobispo de La Habana me llamó para que me ocupara de la música de la Catedral, porque no quería más cantos de España, deseaba solamente cantos cubanos”, recordó Rogelio Zelada, director de la Oficina de Formación Laica de la Arquidiócesis de Miami. “Fue entonces que comenzamos a imprimir la música de una manera rudimentaria al principio”.
“Gracias a aquel trabajo hoy el cantoral de la Iglesia católica cubana tiene una obra vasta de autores como Perla Moré, Rafael Segredo, Orlando Rodríguez, Roger Hernández, quienes se unieron a nosotros en aquel momento”, aseguró el compositor de “Virgen Mambisa”.
“Luego, en Miami produje once CDs de compositores locales y mucha de esa música quedó en el Flor y Canto y en el Cancionero Litúrgico”, afirmó Zelada. “Cuando la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba se cantaron muchos de estos cantos nuestros en la misa”, agregó.
Por su parte, el P. Juan Sosa confiesa que técnicamente no es músico, que siempre compuso como un pasatiempo. Cuenta que en una visita a Cuba, en la Basílica del Cobre, sentado en la hospedería, se quedó con una frase que repetía Mons. Agustín Román en la misa: “Los cubanos estamos congregados todos a los pies de la Virgen”. Eso lo hizo pensar en crear una Salve con ritmo cubano que todo el mundo pudiera cantar.
“Con el apoyo y la inspiración del Hno. Alfredo Morales, hace cuatro décadas, catorce compositores, de origen cubano la mayoría, empezamos a utilizar los ritmos y medios de las culturas para que el pueblo entendiese la Palabra. Con esa misma idea surge ‘Dios te salve María’, pero más tarde, aquí en Miami, en la Ermita de la Caridad”, concluye el P. Sosa, párroco de St. Joseph y presidente del Instituto Nacional Hispano de Liturgia.
Como parte del homenaje a los cuatro autores, la noche brilló de manera singular con las voces del Coro Diocesano dirigido por María Pérez-Rudisill, al interpretar las piezas más emblemáticas de tres de ellos: “Eres tú, Jesús”, de Tony Rubí; “Virgen Mambisa”, de Rogelio Zelada; y la “Salve” del P. Sosa.
Como solistas invitadas al concierto, Iraida Yocham de Añorga conmovió al público con “Se nos fue un hermano”, de Roger Hernández. Cristi Arias también lo hizo con otra canción del mismo autor, “Ven, santo espíritu”, y el tenor Armando Terrón puso al auditorio de pie con “Amanecía”, de Tony Rubí.
La gala de reconocimiento a los queridos autores fue una oportunidad para abrazos y reencuentros, pero sobre todo para el agradecimiento. Así lo resumió el P. Juan Sosa al cerrar la noche con su discurso frente a todos.
“Gracias, Hno. Morales; gracias, Hermanas de la Caridad; gracias, músicos pastorales del sur de la Florida; gracias, hermanas y hermanos compositores, por haber contribuido y seguir contribuyendo en el presente y para el futuro a un culto digno de nuestra experiencia de fe, que clame a voz viva las grandezas del Señor”.