By Rocio Granados - La Voz Catolica
MIAMI | Para Olga Pérez, hablar de Mons. Agustín Román es hablar de un hombre que “dio toda su vida por la Ermita de la Caridad, por los cubanos, por la patria y por todo el mundo”.
Pérez y su esposo fueron presidentes de la Archicofradía por cuatro años, pero sirvieron en la Ermita por 25 años. Mons. Román “nunca dejó de estar con la Archicofradía y con las actividades para que la Ermita pueda ayudar a los cubanos y a todos los que llegaran. Siempre con los brazos abiertos, atendiendo a todos”.
“Era un hombre que cuando le hablabas allí estaba siempre, en las buenas, en las malas, en la risa, en los llantos, allí estaba”, dijo Rosalba Campos, integrante de la Archicofradía de la Ermita de la Caridad.
Mons. Román “nos ayudó mucho. Lo recuerdo con mucho amor, con mucho cariño. Me transmitía una paz increíble, un amor que solamente él lo sabía dar”, dijo Campos después de participar en el coloquio sobre la vida, la obra y el legado de Mons. Agustín Román, a 10 años de su partida al “segundo piso”, organizado por la Ermita de la Caridad, el 9 de abril.
Mons. Román falleció el 11 de abril de 2012. Por su inmensa labor evangelizadora, trabajo apostólico, liderazgo espiritual y amor a Cuba, se ha ganado el título de “Padre Espiritual del Exilio”.
A diez años de su partida, “el pueblo siempre ha recordado a Mons. Román”, dijo el P. José Espino, rector del Santuario Nacional de la Ermita de la Caridad. “Anualmente, en la fecha de su fallecimiento se reza el rosario en su tumba y se celebra la Misa aquí en la Ermita”, agregó.
Este año, se decidió hacer un coloquio. “No son conferencias, es recordar para ser inspirados por este hombre santo que hizo tanto por el exilio cubano y por la Iglesia universal y recordar su lema: ‘Hay de mi si no evangelizo’”, indicó el P. Espino.
El coloquio fue presentado por el periodista Julio Estorino, uno de sus más cercanos colaboradores y autor del libro “Biografía de un hombre de Dios. La vida de Monseñor Agustín Román”, publicado en 2019. Y participaron personas que conocieron de cerca a Mons. Román como el periodista Daniel Shoer Roth, el abogado Rafael Peñalver y Teresita Núñez, representante de la Archicofradía de la Ermita de la Caridad.
EL BIÓGRAFO JUDÍO DE MONS. ROMÁN
Shoer Roth, columnista del Nuevo Herald, conoció a Mons. Román después de ser asignado a cubrir temas de religión y educación. Su primera asignación fue un Domingo de Pascua en la Ermita de la Caridad donde entrevistó a Mons. Román.
Shoer Roth, practicante de la religión judía y sin conocimiento de la religión católica, dijo que Mons. Román fue muy paciente con él y lo ayudó a entender la catequesis por lo que siguió cubriendo otros eventos y actividades de la Ermita.
En el 2011, para la celebración de los 50 años de la llegada de la Virgen de la Caridad a Miami, que “fue como el despertar de la Iglesia Católica de Miami”, y al enterarse de la participación de Mons. Román en la mediación de los motines de los presos del Mariel en Atlanta, Shoer Roth pensó que no era solo una historia, eso era un libro.
Al pedirle escribir su biografía, la respuesta de Mons. Román fue no. Pero gracias al apoyo de la Archicofradía, del rector de la Ermita, del Arzobispo de Miami, él dijo que sí. “No lo hago por mí, lo hago porque me lo han pedido”, fue su respuesta, dijo Shoer Roth.
Escribir el libro “Monseñor Agustín Román, Pastor, Profeta y Patriarca”, la primera biografía autorizada de Mons. Román, publicado por la Ermita de laCaridad en el 2015, fue “mi más preciado trabajo periodístico”, dijo Shoer Roth.
Por tres meses, hasta antes de su muerte, entrevistó semanalmente a Mons. Román. Nuevamente, gracias al apoyo de la Ermita, a los archivos de la Universidad St. Thomas y de La Voz Católica, a la familia Bacardí, a la familia de Mons. Román y otras instituciones religiosas, “este libro se fue haciendo poco a poco”, dijo Shoer Roth.
MONS. ROMÁN Y SU PUEBLO
Teresita Núñez creció junto a Mons. Román y lo admiraba como a un abuelo. Sus padres trabajaron en la Archicofradía y siempre estaban en la Ermita. De pequeña no tenía idea de la grandeza de este hombre. “Para mí era mi familia, y yo lo adoraba”, dijo Núñez.
Mons. Román con la Ermita “nos dio un lugar donde plantar nuestras raíces”, ya que fue en la Ermita donde Núñez conoció su fe y su identidad.
Al igual que la Virgen de la Caridad, que estuvo siempre donde la necesitaban, “Mons. Román hizo lo mismo por todos nosotros. “Él estaba donde lo necesitábamos si eran momentos de tragedia, de lamentos. A los cubanos nunca nos abandonó y nos dejó este legado de la caridad”.
EL LEGADO DE MONS. ROMÁN
“Una de las grandes bendiciones de mi vida, ha sido mi amistad y haber estado 30 años al lado de Mons. Román. Creo que he vivido en presencia de un santo, de una persona excepcional”, dijo Peñalver, amigo y abogado del prelado.
Conoció a Mons. Román en 1985 cuando Peñalver fue parte de la Comisión Hispana de la Florida y se enteró de las quejas de presos cubanos del Mariel que estaban encarcelados y no salían a pesar de que ya habían cumplido sus sentencias. Mons. Román conocía de esos casos por las esposas y madres de esos presos que llegaban a la Ermita de la Caridad pidiendo rezar por ellos.
En 1987 se produjo el motín de presos cubanos de las cárceles de Atlanta, Georgia y Oakdale, en Luisiana. Eran los presos que llegaron en el éxodo del Mariel en 1980 que tomaron prisioneros para evitar ser deportados a Cuba.
Mons. Román, que ya era conocido por abogar por los refugiados del Mariel, fue llamado por el Buró de prisiones de los Estados Unidos como mediador. Para aceptar ese encargo pidió establecer unprograma de revisión de los casos de los presos ya que el gobierno no quería reconocer sus derechos.
Al llegar a la cárcel de Luisiana, Mons. Román se subió a un Jeep abierto y parado recorrió el perímetro de la cárcel. Cuando los presos lo reconocieron empezaron a correr hacia la cerca.
“Yo presencié un milagro ese día”, dijo Peñalver.
Mons. Román les dijo: “vengo para traerles un mensaje de esperanza, ustedes no son los indeseables, ustedes son los desamparados. Quisiera que comenzáramos uniendo nuestras manos y rezando el Padre Nuestro. Pero, para rezar no podemos hacerlo con las armas de los hombres, tenemos que hacerlo con las armas de Dios. Les pido que por favor me entreguen sus armas”.
Los presos entregaron sus armas que eran cuchillos hechos por ellos mismos con un pedazo de hierro que tenían en sus camas de madera. Se formó una loma de cuchillos y Mons. Román les dijo: “hay una cosa más: Nosotros, no podemos pedir libertad cuando estamos negando la libertad. Ustedes, le están negando la libertad a los rehenes. Entréguenme a los rehenes”.
Y empezaron a salir los guardias que habían estado de rehenes y todos rezaron juntos el Padre Nuestro. “Fue algo extraordinario, aquello fue un verdadero milagro”, dijo Peñalver.
Tiempo después se formó el comité para la revisión de esos casos con abogados voluntarios y estudiantes de derecho de todo el país y se logró la libertad de más del 80 por ciento de los presos, alrededor de 6 mil. En el 2005, después de 15 años de trabajo, uno de los casos llegó a la Corte Suprema de los Estados Unidos, “y resultó otro milagro”, dijo Peñalver. Por unanimidad la corte dictaminó que la detención indefi nida de los presos cubanos era inconstitucional.
“Cuando llamé a Mons. Román para darle la noticia me dijo en una forma tan modesta: ‘al fi nal la verdad siempre triunfa’”.
“Recordar a Mons. Román no es continuar su obra, es vivir lo que él vivió, una entrega, una fe en Dios y en la Virgen”, dijo el P. Espino al fi nalizar el coloquio y dijo que quería reactivar plenamente la Archicofradía de la Ermita de la Caridad, para lo cual pidió a los miembros que ingresen a la página web de la Ermita y proporcionen su información de contacto.
Para conmemorar los 10 años de la partida de Mons. Román a la vida eterna, la Ermita de la Caridad también organizó una exposición de fotografías, objetos personales, documentos y ornamentos incluyendo la camisa que llevaba cuando falleció, en el Salón Padre Félix Varela, de la Ermita.
También se presentó un video sobre la figura de Mons. Román, parte de un documental de 9 capítulos para radio y 6 para televisión, “La Iglesia que creció con el exilio”, producida por Radio y Televisión Martí. La serie contó con el testimonio de muchas personas que conocieron a Mons. Román.
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Durante su episcopado, y después de su retiro en el 2003, siempre estuvo disponible para la gente que llegaba a la Ermita. Recibía a los visitantes, daba catequesis, respondía a las cartas de los exiliados cubanos, atendía el teléfono y escuchaba confesiones hasta el último día de su vida.
Agustín Aleido Román nació en 1928, en San Antonio de los Baños, Cuba. Fue ordenado sacerdote el 5 de julio de 1959. Llegó al Sur de Florida en 1961 tras ser expulsado de Cuba por el régimen de Fidel Castro junto a otros 132 sacerdotes cubanos, entre ellos el Obispo Eduardo Boza Masvidal (antiguo Obispo Auxiliar de La Habana, fallecido en Venezuela) a bordo del barco español “Covadonga”.
Se fue a Chile y en 1966 regresó a Miami donde fundó la Ermita de la Caridad y mantuvo la devoción por la Virgen de la Caridad, la cubanía y el catolicismo cubano.
Al ser nombrado Obispo Auxiliar de Miami en 1979 se convirtió en el primer clérigo cubano nombrado Obispo de la Iglesia Católica de Estados Unidos.