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Homilies | Thursday, June 02, 2011

Instalaci�n como el d�cimo Obispo de San Agust�n

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Homil�a de Monse�or Felipe J. Est�vez en su Instalaci�n como el d�cimo Obispo de San Agust�n Iglesia San Jos� Jacksonville, Florida el 2 de junio, 2011

La alegr�a de la resurrecci�n renueva al mundo entero. S�, en este tiempo de j�bilo en que celebramos la muerte salv�fica y la resurrecci�n de nuestro Se�or Jesucristo la fiesta contin�a, y la alegr�a magn�fica de la Pascua se expresa por la mayor participaci�n en los sacramentos, las flores y las aleluyas resonantes. Los pioneros espa�oles que llegaron a nuestras costas, precisamente en el tiempo de Pascua, le llamaron a esta nueva tierra �La Florida�, conmemorando as� este tiempo lit�rgico, la feliz Pascua Florida.

Estos pioneros comenzaron esta aventura en Am�rica, primeramente honrando la cruz. La primera evangelizaci�n en Norte Am�rica empez� con la proclamaci�n de Cristo crucificado, en continuidad con las ense�anzas del ap�stol san Pablo: �el mensaje de la cruz es locura para aquellos que se pierden, mas para los que se salvan �para nosotros- es fuerza de Dios (1 Co1:18-25). Quinientos a�os despu�s, la cruz se levanta en alto en todo su esplendor en la Misi�n del Nombre de Dios en San Agust�n. Hoy, levantemos muy alto la cruz porque su poder salvador es m�s que nunca nuestra esperanza. O Crux spes nostra!

Hoy participamos en el misterio de la Iglesia, que siempre est� en un din�mico desarrollo. Es �un edificio que tiene a los ap�stoles y los profetas como su cimiento� y a nuestro Se�or Jesucristo como su piedra angular (Ef 2: 19). Esta Iglesia universal del Se�or resucitado, se hace presente aqu� en la Iglesia de San Agust�n en el norte de la Florida. Nuestra Iglesia local celebra hoy una sucesi�n apost�lica en una verdadera continuidad hist�rica. Un Obispo pasa su misi�n a otro para que la proclamaci�n del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra.

El Beato John Henry Newman lo dijo de esta forma: �yo soy un eslab�n en la cadena�. Me honra estar enlazado al Obispo Agust�n Verot, este santo, hacendoso y valiente Obispo misionero, que hizo tanto en apenas seis a�os en su ministerio Episcopal. Su legado es hoy guardado maravillosamente por las hermanas de San Jos� de San Agust�n, estas grandes pioneras de la vida religiosa en la Florida, que se gastaron en el cuidado de los indios y negros buscando un futuro de esperanza para ellos. Me honra tambi�n estar conectado al Arzobispo Joseph Hurley, este gran constructor visionario de la Iglesia entera de la Florida.

La madre di�cesis de la Florida se distingue por su rica historia de la fe cat�lica, vivida por cinco siglos. El Papa Le�n X, el 5 de diciembre de 1520, erigi� la di�cesis de Santiago de la Florida, por ende la primada de Norteam�rica. Su primer Obispo Juan Su�rez no pudo ser instalado, y la realidad civil y eclesi�stica de esos tiempos, depend�a de Cuba. Finalmente, el 8 de septiembre de 1565, Men�ndez de Avil�s tom� posesi�n de la Florida. Ese d�a, el padre diocesano Francisco L�pez de Mendoza ofici� la hist�rica Misa en estos territorios, y acto seguido, se erigi� la primera humilde parroquia en Norteam�rica. Muchos a�os despu�s, el 11 de marzo de 1870, se fund� la di�cesis de San Agust�n de la Florida, heredera directa de su antepasada di�cesis, la di�cesis de Santiago de la Florida.

De esta forma, por la puerta de la Florida, entr� el Evangelio en Norteam�rica y desde ese momento, todo estuvo marcado por una primera vez. La primera parroquia (1565), primeras misiones, primeros conversos, primer convento (1574), primera escuela, primer seminario (1606), las primeras visitas pastorales, los primeros prelados.

Sigui� despu�s un gran intento evangelizador heroico por parte de los jesuitas y sobretodo por los franciscanos, marcado por la sangre de muchos m�rtires que extendieron la fe de Jesucristo, desde el Mississippi hasta el Atl�ntico, y desde los cayos del sur hasta Virginia, fundando 120 misiones en las que trabajaron m�s de 900 misioneros durante dos siglos. El gran historiador Michael Gannon, escribi� que los frailes son los primeros en defender los derechos humanos de los pueblos nativos en el nuevo mundo. El nombramiento del Obispo Dionisio Resino en 1709, como auxiliar de Cuba, en funciones en San Agust�n, es quiz�s el primer nombramiento oficial de un prelado en Norteam�rica. A Mons. Resino le siguieron, durante m�s de un siglo, otros obispos cubanos que ejercieron igual funci�n.

�Por lo tanto no es tan extra�o que un hispanoamericano se inserte hoy en esta gloriosa obra evangelizadora en la Florida!

Esta compleja tarea evangelizadora encontr� m�ltiples obst�culos: enfermedades que hac�an morir por miles a los pueblos nativos, las grandes presiones gubernamentales que los evangelizadores necesitaban mitigar, sin embargo, la paciencia y perseverancia de los misioneros, hizo que m�s de veinte mil nativos abrazaran la fe en la Florida y hoy no los olvidamos porque son la primera feligres�a de esta Di�cesis de San Agust�n.

Hoy, su Santidad Benedicto XVI, nos llama con un nuevo entusiasmo a la nueva evangelizaci�n. Esto es un llamado y un desaf�o para cada uno de nosotros. Proclamemos de nuevo el Evangelio de la cruz, haciendo nuevos disc�pulos, expandiendo la comunidad de fe en su servicio a los pecadores y los pobres. En su visita a nuestro pa�s en 2008, Benedicto XVI dijo: �he venido a Am�rica para confirmarlos en la fe de los ap�stoles� he venido para implorar del Se�or una nueva efusi�n del Esp�ritu Santo en la Iglesia de este pa�s.� Como el nuevo obispo de San Agust�n, espero para nosotros esta gracia de un nuevo Pentecost�s para la Iglesia en Am�rica. La Iglesia de la eucarist�a necesita nacer de nuevo, adorando al Dios vivo y trino, la absoluta prioridad de nuestras vidas. Como San Agust�n dijo tan bi�n, ��Oh misterio de verdadera fe! �Oh signo de unidad! �Oh v�nculo de amor! El que quiera vivir tiene lugar para vivir, tiene los medios para vivir. Que se acerque, que crea, que se incorpore, para que reciba la vida� (Texto sobre el Evangelio de San Juan 11-27).

El verdadero culto lleva al verdadero servicio. Como aquel que nos am� y se dio por entero por nosotros, estamos llamados al servicio humilde de nuestro pr�jimo. Hemos de amar a cada persona como Cristo lo hizo, quien derram� su precios�sima sangre por cada uno sin excepci�n.Espero que la nueva evangelizaci�n avance en esta di�cesis, en la cual hoy estoy llamado a servir con su colaboraci�n. Oro para que podamos ser vigorizados por la eucarist�a y orientados a glorificar al Se�or eucar�stico.

Tambi�n oro para que seamos una fuerza para lograr una sociedad civil m�s justa, una sociedad donde el amor se manifieste por la armon�a y la paz gracias a la llegada del reino eucar�stico entre nosotros.

Hoy recuerdo de una forma singular al Venerable Padre F�lix Varela, quien como yo, naci� en Cuba y lleg� muy joven a San Agust�n de la Florida. Hablando de �l en la Habana, Su Santidad Juan Pablo II lo honr� p�blicamente, como un valiente defensor de la libertad, quien llam� a la Iglesia y a la cultura a abrazar una fe viva y comprometida, que protegiera a la sociedad del peligro del fanatismo, la superstici�n e ideolog�as, que amenazaban a que muchos se descarriaran o tomaran el camino errado. Cuando Varela vino a Am�rica del Norte fund� un nuevo ministerio en la ciudad de Nueva York, donde sirvi� hasta que se mud� a San Agust�n, la ciudad donde creci� como ni�o y como joven. Fue aqu� donde muri� en olor de santidad, mientras contemplaba a distancia a su tierra natal �Cuba-.

Hablando sobre Varela, la poetisa Mercedes Garc�a-Tudur� dec�a: �fuiste el primero que pidi� el  auxilio de Dios para la patria� fuiste el primero que ense�� el camino, el primer esforzado peregrino� fuiste el primero que ense�� a pensar.�

Varela supo que Am�rica es siempre una sociedad encaminada al futuro. Como cat�licos en la Florida, compartimos el sue�o americano y nos comprometemos a promover la dignidad humana, y a avanzar la evangelizaci�n de esta tierra, tarea que empez� hace tanto tiempo aqu� con tanta vitalidad y hero�smo.

Dedico esta nueva misi�n a la bienaventurada Virgen Mar�a, la mujer eucar�stica. El Cuerpo y la Sangre de Cristo realmente le pertenecen. Esta concreta humanidad de Cristo se expresa con tanta ternura para nosotros en la imagen de Nuestra Se�ora de la Leche. La bienventurada Virgen Mar�a es la estrella de la nueva evangelizaci�n, al mismo tiempo que es la alborada de una verdadera cultura de la vida para todos. Como Benedicto XVI dijo en su visita a nuestro gran pa�s: � Pid�mosle a la Virgen Mar�a que obtenga un renovado Pentecost�s para la Iglesia de nuevo hoy; un Pentecost�s que va a proyectar en cada uno la alegr�a de vivir y de dar testimonio del Evangelio (Homil�a del domingo de Pentecost�s, 2008). Como el disc�pulo amado en la cruz gloriosa, tomemos a Mar�a en el hogar de nuestros corazones.

San Agust�n, ruega por nosotros.

Comments from readers

Carlota E. Morales, Ed. D. - 06/03/2011 04:09 PM
Dear Bishop,
The joy of yesterday's ceremony lingers in my heart!
Your sermon, as always, was magnificent.
Your love for the Lord and His Mother was so evident.
May the One you follow always continue to bless you in your new ministry, in the diocese that I know you have always loved.
Carlota E. Morales, Ed. D.
Principal
Sts. Peter and Paul School
richard samour - 06/03/2011 12:14 AM
Mis mejores deseos y bendiciones querido Obispo Felipe Estevez, con mucho cari�o recordandolo como un verdadero hombre de Dios.
T Pringle - 06/02/2011 10:00 PM
Congratulations, Bishop Estevez. May the Lord continue to send the Holy Spirit to strengthen you in your ministry. Please know you are in the prayers of many. God bless.
Maria E. Semper - 06/02/2011 04:22 PM
Bishop Estevez: What a festive occasion! The joy of the Lord filled your hear,the hearts of those who were there with you, and of those who followed you through the internet. We all gathered together in thanksgiving and prayer. May the Lord bless you and guide you always as you go and spread His word now through the Diocese of St. Augustine.
Carinos
Maria Esperanza y Jose Semper

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