Evangelización es el primer encuentro con el Cristo vivo, una experiencia transformadora y continua que cambia la manera en que se percibe la vida, el mundo y la humanidad; un cambio en el paradigma, un giro total que nos impulsa a vivir nuestras vidas como discípulos de Cristo. Catequesis es lo que le sigue, idealmente, la formación sistemática que busca provocar crecimiento, madurez y el entendimiento de nuestro encuentro con Cristo. En otras palabras, el fin de la catequesis es poner a la gente en una intimidad dinámica, en comunión con Cristo (Catechesi Tradendae, 5). 

¿Cómo se entra en comunión con Cristo? A través de una profundización de su conocimiento de la doctrina una vez se ha tomado la decisión de la fe. La catequesis produce discípulos informados (Directorio General de la Catequesis, 56) de manera sistemática con el fin de cumplir con el llamado misionero de la Iglesia para transformar el mundo. Para el discípulo, la fe debe ser conocida, celebrada, vivida y expresada en la oración (Directorio Nacional de la Catequesis, p. 60).

“La catequesis es una responsabilidad de toda la comunidad cristiana” (DGC, 220). A través del bautismo y de la confirmación, el Espíritu Santo nos otorga una variedad de dones que deben ser utilizados en el servicio a los demás. Un catequista responde al llamado del Espíritu Santo. La comunidad de fe discierne cuáles miembros poseen este don y les llama a ejercer el ministerio de la catequesis para habilitar a otros con las verdades y los misterios de la fe.

El ministerio catequético es un arte, el arte de transmitir la fe. Los artistas tienen materiales que les capacitan a comunicar realidades interiores. Algunos usan tinta, pintura, escalas musicales o telas para transmitir el significado. Nosotros, como catequistas, hacemos lo mismo cuando utilizamos la Sagrada Escritura con toda su belleza y estilo; cuando usamos la liturgia sagrada con su riqueza, símbolos y ritos; cuando usamos la tradición de nuestra Iglesia con las historias de los fieles discípulos de Jesús como testigos valientes que han llevado a cabo su misión con fidelidad y alegría; y cuando utilizamos fielmente la enseñanza del magisterio a pesar de los desafiantes panoramas, tiempos y contextos.

Somos artistas, discípulos llenos de fe. Estamos acompañados por todos aquellos que nos precedieron contribuyendo a la “obra maestra”: los profetas y los santos, los místicos y los mártires, predicadores, maestros, mujeres santas y hombres santos. Compartimos en una comunión de los santos y en una sola obra que acoge el pasado, el presente y el futuro de la fe en Jesucristo. Como catequistas, artistas y discípulos, estamos llamados a ser creativos mientras ayudamos a desplegar el significado de los aspectos de la fe y transmitimos la fe a las nuevas generaciones. Aunque comenzamos con nuestras propias experiencias profundas de Dios, también debemos conocer nuestras herramientas: la Escritura, la liturgia, la tradición y la enseñanza del magisterio para capacitar nuestra imaginación religiosa y los nuevos métodos.

Quienes servimos en el ministerio catequético del tercer milenio, asumimos nuestro lugar en un linaje de discípulos que comienza con Jesús. En nuestra obra maestra local de la catequesis, anidada en la obra universal, se encuentran las contribuciones únicas de los artistas individuales que fueron y son el corazón del ministerio catequético. Cada uno de nosotros puede nombrar esos artistas, cuyas obras han tocado nuestras vidas y profundizado nuestra fe. Quienes servimos como líderes de la catequesis y catequistas, contamos historias maravillosas sobre las experiencias personales que dan los distintos matices a la obra maestra, a su forma, y que añaden a su valor inestimable. Escuchamos las voces que afirman las experiencias de comunidad como algo esencial para nuestro ministerio.

Como catequistas, cada uno de nosotros se convierte en una obra maestra personal. Aceptamos el llamado a convertirnos en “artistas-discípulos” de la Palabra. Fieles al diseño de Cristo, el Maestro Artesano, representado en la persona del Papa y en comunión con toda la Iglesia, asumimos la responsabilidad por la manera en que se pinta y se compone la obra maestra para esta y futuras generaciones.

• ¿Qué es lo que disfrutan en este ministerio?
• ¿Quién les llevó a notar el detalle y la amplitud de la fe?
• ¿Cuáles experiencias de fe les llamaron la atención?
• ¿Qué captó sus emociones o conmovió sus almas?
• Y ustedes, ¿han considerado convertirse en catequistas?