Article Published

Article_somos-y-hacemos-la-pascua_S

somos-y-hacemos-la-pascua

Columns | Monday, April 19, 2021

Somos y hacemos la Pascua

En esta fotografía de archivo de la capilla de la iglesia St. Maurice at Resurrection, el crucifijo principal tiene a Jesús en la cruz con los brazos abiertos, combinando así su muerte y resurrección.

Fotógrafo: JIM DAVIS | FC

En esta fotografía de archivo de la capilla de la iglesia St. Maurice at Resurrection, el crucifijo principal tiene a Jesús en la cruz con los brazos abiertos, combinando así su muerte y resurrección.

Unos primeros hombres y mujeres que seguían a Jesús y a los que, poco tiempo después de la crucifixión del Nazareno, este les cambió la vida, confesaron —gracias a esa transformación— que el muerto estaba vivo, que había resucitado, que Dios mismo había rehabilitado todo el proyecto de Jesús, aparentemente fracasado y derrotado en la cruz, y que la causa del Crucificado continuaba viva en sus mismas vidas. Porque —como dirá después Pablo de Tarso— pasaron de ser hombres viejos a ser hombres nuevos, de vivir como esclavos de la Ley a vivir en el mandamiento nuevo del Amor, de no entender las Escrituras a entender toda la vida de Jesús y a vivirla en sus propias vidas. Pasaron de la cobardía a la valentía, para ir por todo el mundo predicando el Evangelio, es decir, al mismo Jesucristo: pasaron del temor al amor.

Así pues, la Resurrección de Jesucristo es la confesión de fe que surge en la vida de cualquier hombre y mujer, en cualquier tiempo y rincón de la tierra, cuando —a partir del encuentro con el Crucificado— experimentan la “resurrección”, es decir, el paso de una vida miserable a una vida abundante, de la muerte a la vida, a la vida plena, a la vida eterna, a la vida feliz. Resurrección, entonces, es victoria del bien sobre el mal, del amor de Dios sobre el pecado del hombre; es el triunfo de la propuesta y Evangelio del Nazareno en la vida de los primeros cristianos y en la vida de los que, después de dos mil años, continuamos creyendo, confiando y esperando en el Evangelio, en sus criterios y en su lógica, como la mejor propuesta para ser felices y para la construcción de un mundo mejor, más justo, más humano.

La transformación de vida vivida por los primeros cristianos, la transformación de vida que el Crucificado sigue obrando en tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo y la consiguiente confesión de fe de Jesucristo como el Viviente, como el Resucitado, como el presente entre nosotros, es lo que celebramos en la Pascua.

“Pesah”, “Pascua”, es vocablo semítico que significa “paso”. Cada año los judíos celebraban y celebran la “Pascua” como memorial del “paso” de la esclavitud a la libertad, de la muerte a la vida, por un suceso que fue definitivo en la vida, en la historia, en la memoria y en la identidad del pueblo del Antiguo Testamento: el Paso-Pascua por el Mar Rojo hacia la Tierra Prometida, hacia la vida, hacia la libertad, hacia la tierra “que mana leche y miel”.

Para los primeros discípulos de Cristo, para los primeros judíos convertidos al cristianismo y para nosotros, cristianos de este tiempo, la Pascua, como paso, adquirió un nuevo contenido, un nuevo significado: es el paso de la muerte del Crucificado a su vida y presencia viva en la vida de los cristianos, cuando somos capaces de vivir y de poner por obra el proyecto del hijo del carpintero de Nazaret: viviendo como hijos de Dios, amándonos todos como hermanos. Y vamos actualizando la “Pascua” de Cristo, va aconteciendo “Pascua”, vamos viviendo, conmemorando y celebrando esa “Pascua” de Cristo cuando vamos pasando a mejores y más humanas condiciones de vida personal, familiar y social; cuando vamos haciendo posible la verdad, la paz, la solidaridad, la justicia, la fraternidad queridas por el Dios de Jesús de Nazaret, revelado en su Evangelio.

Aquel que hoy confesamos y celebramos como el Viviente, como el Resucitado entre nosotros, concretó sus enseñanzas, especialmente con curaciones, signo de la vida abundante que Dios quiere para nosotros. Por ello, salud y salvación son palabras que son y significan lo mismo.

Amigos y amigas, los invito a vivir en permanente Pascua, en cotidianos y permanentes “pasos” en pos de existencias más felices, de familias más unidas y fortalecidas, de comunidades más prósperas y de un mundo mejor, ese que todos anhelamos y esperamos.


Powered by Parish Mate | E-system

This site is protected by reCAPTCHA and the Google Privacy Policy and Terms of Service apply