By Priscilla A. Greear - Florida Catholic
MIAMI | Estudiantes de la Escuela Preparatoria Jesuita de Belén se dirigieron a la frontera con México en noviembre con una verdadera misión: establecer un puente cristiano de entendimiento por encima del muro de inmigración marcado por la virulencia y la división.
Seis estudiantes cruzaron la frontera de Arizona y sus propias divisiones ideológicas para acompañar a los migrantes en una marcha de oración, y solidarizarse con sus derechos humanos.
Teresita González, coordinadora de Servicio Cristiano de Belén, dirigió el viaje del 5 al 10 de noviembre como parte de la Iniciativa Kino para la Frontera, afiliada a los jesuitas, localizada en la frontera de Nogales, Arizona, y Nogales, México. La Iniciativa —patrocinada por cinco institutos religiosos, incluidas dos provincias jesuitas, cuenta con docenas de escuelas y parroquias jesuitas asociadas— aboga por una migración justa y humana entre México y los Estados Unidos, y en la actualidad por el restablecimiento del acceso al asilo.
En 2020, algunos estudiantes de Belén participaron primero de manera virtual en un viaje de Kino y después establecieron un grupo escolar, Just Humanity (Humanidad Justa).
“Lo más importante que hacemos en este viaje es estar presentes y clarificar la comprensión generalizada de la frontera y sus problemas para poder añadir un poco más de madurez a la conversación”, explicó González. “Nuestra función como gente de fe es ser en realidad personas de diálogo, aportar claridad y apuntar en la dirección de la humanidad y los derechos humanos”.
El grupo cruzó el puente de entrada a México y luego caminó 10 minutos hasta el refugio de Kino para migrantes, muchos de los cuales habían huido de la violencia doméstica, de las pandillas y de los cárteles. Caminaron por el desierto de Sonora a través de un laberinto de matorrales espesos y espinosos bajo el sol penetrante imitando la travesía de los inmigrantes. Marcharon junto a los migrantes en México y escucharon sus protestas contra el Título 42, que cierra la frontera a los solicitantes de asilo debido a la pandemia.
Antonio Bonadies, estudiante de cuarto año de Belén, recordó la manifestación conmovedora, en la que la mayoría eran jóvenes y niños.
“Me volvió mucho más compasivo, porque al escuchar las historias de la gente me dije: ‘Guau, yo tengo su edad’. Algunas de las historias sobre lo que habían pasado eran espantosas”, recordó. “Una señora se casó a los 13 años y años más tarde tuvo que separarse de su marido abusivo. Su hijo la ayudó a venir, pero su marido la perseguía mientras trataba de huir. Luego la rechazaron en la frontera porque no cumplía con uno de los requisitos para el asilo”.
Su compañero de clase, Sebastián López-Irizarry, dijo que disfrutaba con pasar tiempo en el refugio, hablando con los migrantes y participando en juegos como “ pato, pato, ganso” con los niños. Un hombre le contó que huyó con su familia después de que su hermano fuera asesinado y que, a la mañana siguiente, le amenazaron para que se uniera a una pandilla.
“Los niños lo pasaban en grande y era agradable verlos divertirse y olvidarse de todo lo que están pasando”, contó Sebastián. “Para ellos (la violencia) es un hecho cotidiano. Una pandilla local puede llegar y decirte: ‘Vamos a regresar para asesinar a tu familia’, y la opción que tienen es irse”.
CÁRTELES DE LA DROGA
Los estudiantes también aprendieron de los agentes de la Patrulla Fronteriza de los EE.UU. acerca de la lucha contra los cárteles de la droga y su contrabando, en gran parte a través de los puntos de entrada, así como de su entrenamiento en los túneles. Y los “rancheros” describieron su constante temor a los cárteles, para los que suelen trabajar los “coyotes” que se dedican al contrabando de personas. Algunos expresaron su apoyo a la construcción del muro y a que más migrantes vengan legalmente como trabajadores invitados.
“Ellos entienden que nuestro país se beneficia de los trabajadores migrantes y les gustaría que se les tratara de forma más humana en la frontera. De ellos escuchamos un verdadero reconocimiento del dolor por el que atraviesan estas personas y familias, así como la complejidad de su propio problema al enfrentarse a un auténtico cártel de la droga”, dijo González.
En su opinión, los estudiantes de secundaria pueden manejar los asuntos críticos de la inmigración mejor que los adultos.
“Como país, en estos momentos no somos el mejor modelo del diálogo”, afirmó. Gonzalez “Nuestra política no puede ser nuestra religión. Sólo hay un Dios, y en esto se trató de acercarnos más a los vulnerables y a las necesidades de nuestra sociedad, y de establecer una conexión. Considero que cuando podemos ver las cosas desde el punto de vista de los derechos humanos y la dignidad humana, formamos ciudadanos más sanos”.
La religiosa Tracey Horan, de las Hermanas de la Providencia, y quien se desempeña como directora asociada de educación y apoyo para la Iniciativa Fronteriza de Kino, manifestó que estaba impresionada por la dedicación de los estudiantes de Belén. También aprendieron sobre la política de “Quédate en México”, promulgada inicialmente por la administración Trump, que requiere que los solicitantes de asilo regresen a México después del procesamiento inicial.
“Tener la capacidad de organizar la información, establecer conexiones más allá de las diferencias, y discernir sobre nuestro llamado a la solidaridad en medio de todo esto, es crucial para el desarrollo de los católicos jóvenes”, explicó la Hna. Horan. “En su vida diaria encontrarán una variedad de voces. Están llamados a escuchar con compasión y a saber lo que es correcto desde la perspectiva moral. Por eso comenzamos a practicar en Nogales”.
Cada día, el grupo procesó sus experiencias mediante reflexiones y al mantener un diario.
“Sintieron mucho sufrimiento, pero al mismo tiempo fueron capaces de encontrar esperanza en ese sufrimiento, y de ofrecer su presencia como signo de esperanza para esas personas”, observó González. “Si estás muy desesperado, si no tienes nada más, ¿qué haces? Corres. Corres con tus hijos, con la ropa que llevas puesta. Y creo que eso es algo que nuestro pueblo aquí en Miami puede entender”.
Antonio, cuyo padre emigró de Venezuela, regresó a Miami con la intención de desafiar a sus compañeros que se apresuran a desestimar a la “gente mala” varada en la frontera.
HISTORIAS TRISTES
“Sus historias son realmente tristes, y si estuvieras en su lugar harías lo mismo”, afirmó el joven. “La gente hace las cosas de la manera correcta, y aun así se les rechaza. Incluso la forma correcta de esperar en la cola no siempre es factible, porque algunas personas están bien un día, pero al día siguiente un cártel toma el control y son amenazadas. No esperan en la cola durante 10 años para obtener un visado, sobre todo los que no tienen estudios”.
Sebastián, cuya abuela huyó de Cuba a Miami a través del puente aéreo de Pedro Pan, dijo que ahora piensa con mayor profundidad en cuestiones complejas a la luz de la enseñanza social católica. Piensa defender el trato humano a los inmigrantes, ya sea mediante el apoyo a una organización fronteriza sin fines de lucro o el envío de cartas a los niños detenidos.
“Esta experiencia, tanto virtual como presencial, me ha permitido comprender lo que ocurre, y ha encendido un fuego en mi interior para abogar por algo en lo que creo y pienso que es necesario reformar, no solo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo”, declaró Sebastián, al mencionar la crisis migratoria de Bielorrusia.
Añadió que, con la suspensión del asilo, el puerto de entrada se cierra durante horas y esto aumenta la hostilidad contra los migrantes. “Se está creando un mayor retraso y más presión sobre los inmigrantes, que ahora deben esperar en México aunque estén vacunados”.
Dijo que, sobre todo, encontró a Cristo en los oprimidos.
“Es muy importante llegar a los demás y tratar de entender por lo que pasan... para poder entender la santidad y la importancia de la vida, y cómo todos estamos unidos en esto, cómo tenemos que ayudarnos unos a otros”, señaló Sebastián. “Realmente, me permitió ver a Dios en las cosas que me rodean y en la gente que conocí”.
Para más información, visite www.kinoborderinitiative.org o la página web de los obispos de los EE.UU., www. justiceforimmigrants.org.
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